“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”
Queridas hermanas benedictinas y queridos
hermanos todos:
El evangelio de este domingo nos ofrece
varios consejos que Jesús da a los discípulos que viven en comunidad con él y
han de salir a los pueblos y ciudades a
predicar el evangelio. Vamos a poner la
atención solamente en el primero de estos consejos.
“Maestro, hemos visto a uno que echa demonios en tu nombre, y se lo
hemos queridos impedir, porque no es de los nuestros”. Jesús responde: “No se lo
impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre, no puede luego hablar mal de mí. El que no
está contra nosotros, está a favor nuestro”.
El espíritu que late en el fondo de esta respuesta de
Jesús es procurar el bien del hombre, por encima de cualquier norma o rasgo de
identidad. Porque en definitiva, el evangelio y Jesús mismo es el bien del
hombre. Jesús perdona los pecados, cura enfermos, se acerca
a los leprosos, devuelve vivo al hijo de la mujer viuda y sola, anuncia
que el sábado es par hombre y no el
hombre para el sábado. Jesús resume todas las normas y preceptos en el amor a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. El evangelio es el
bien del hombre, Jesús mismo, su persona, es
el “camino, la verdad y la vida”
para todos, hombres y mujeres de todos
los tiempos.
Por eso, cuando hacemos el bien a nuestro
prójimo, estamos anunciando a
Jesucristo, estamos evangelizando.
A la hora de saber dónde está el bien del
hermano, y a la hora de practicar el bien con el prójimo, unos tenemos la suerte de contar con la fe explícita en Jesucristo y el conocimiento
de su evangelio, tal como se nos enseña en la Iglesia. Hay mucha gente también,
que hace el bien porque está, en cierta manera, bajo la influencia cristiana, y
otros, que como personas humanas, actúan correctamente siguiendo su propia
conciencia. Unos y otros, los que nos confesamos cristianos y los que no,
coincidimos en trabajar por el bien del
hombre; y de manera explícita, o implícitamente, unos y otros trabajamos por la
causa de Jesús y la implantación del evangelio. Puesto que el evangelio es el
bien del hombre, y la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y
llegue al conocimiento de la verdad.
Estos días estamos viendo a nuestro
querido Papa, Francisco, en Cuba y en Estados Unidos, con una agenda
apretadísima, participando en múltiples encuentros y celebraciones. Unos
contactos son explícitamente religiosos y de confesión católica, otros, son
contactos con personas no católicas o que representan un pensamiento puramente
laico, pero que sí intentan trabajar por una humanidad mejor. El papa Francisco promueve y anima esos
encuentros con unos y con otros, porque en el fondo todos manifiestan la voluntad de buscar el bien de
las personas, el bien del hombre.
No se trata de marcar límites y definir
cotos cerrados, sino de abrir caminos y
buscar campos comunes donde poder trabajar juntos.
Este es el espíritu de Jesús que se
manifiesta en el evangelio de hoy: “El
que no está contra nosotros, está a favor nuestro”.
Este espíritu que nos propone Jesús y que
el papa Francisco trata de practicar, nosotros hemos de saber vivirlo en
nuestro pequeño mundo: buscar el bien de mis hermanas en la comunidad; de mi
esposo o esposa y de mis hijos, antes que mi interés o mi comodidad; colaborar
con instituciones que son claramente humanitarias, aunque no tengan
el sello específico de cristianas.
Bebamos, sí, en la fuentes de nuestra fe
en Jesucristo, pero salgamos al encuentro de nuestros prójimos para compartir
el amor y hacer el bien.