Textos:
-Sam 1, 20. 24-28
-Jn 3, 1-2. 21-24
-Lc 2, 41-52
-“Él bajó con
ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad”
-Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos
todos:
-Nuestra madre Iglesia, a través de la liturgia, nos
va introduciendo cada día más hondamente en el misterio de la Navidad. Hace dos
días nos mostraba al Hijo de Dios, asumiendo la condición humana y naciendo
pobre en un portal; hoy nos muestra al Hijo de Dios encarnado en el seno de una
familia.
-Muy oportunamente la Iglesia de España invita a
celebrar en esta fiesta de la Sagrada Familia, la “Jornada en favor y defensa
de la familia”.
-Muchos hemos sido agraciados con una familia estable,
asentada sobre la fe en el Dios de Jesucristo y sobre virtudes humanas y
cristianas de la fidelidad, la honradez y un amor generoso y sacrificado; todo el mundo sueña con una familia que proporcione
seguridad, afecto, identidad personal
y punto de referencia para andar
y defenderse en la vida.
Pero hoy en día, muchas instituciones políticas,
poderosos medios de comunicación, y otros sectores muy influyentes en la
sociedad, exaltan hasta lo irracional el
individualismo y una falsa libertad, que es puro sometimiento al imperio de la sensualidad y
de los sentidos, y dejan desamparada, sin normas que la protejan y sin estima
social, a la institución familiar, que
será siempre la fuente y la escuela fundamentales e insustituibles para hacer
personas, educarlas y capacitarlas para ser protagonistas de una sociedad que
progresa en la justicia y en la paz.
-El evangelio nos presenta a Jesús, ya de doce años,
revelando que no es solo un hombre, “nacido de mujer”, como dice san Pablo,
sino también el Hijo de Dios, que tiene que
cumplir por encima de todo la voluntad de su Padre.
Luego, sí, acepta plenamente su condición humana
y crece y se desarrolla bajo el cuidado
y la autoridad de sus padres, y de ellos y con ellos aprende a rezar, a
convivir y a defenderse en la vida.
El Hijo de Dios al encarnarse en el seno de una
familia, redime y santifica la
institución familiar, y constituye a la Sagrada Familia de Nazaret como fuente
de gracia y modelo para toda familia humana.
El evangelio, nos invita a poner a Jesucristo como en
el centro de nuestra familia, a la Virgen María como modelo que escucha la
Palabra de Dios y la guarde en el corazón, a José como ejemplo de padre
prudente, respetuoso y dedicado totalmente a los suyos.
Todo el mundo sueña para sí en una familia ideal y
todos intentamos realizar ese ideal. Es como una planta delicada, que necesita
tierra, donde arraigar, y clima adecuado que la proteja. La tierra es el amor y
la fe, el clima son las leyes que la amparan y el reconocimiento social. Muchos
escogen la planta, pero olvidan ponerle la tierra de la fe y de los valores, y
menosprecian las normas, en aras del individualismo placentero. Así sobreviene
el dolor insoportable y el fracaso.
La fiesta de la Sagrada Familia nos ofrece no sólo el
modelo de familia según los planes de Dios, sino además la gracia y la fuerza
para poder realizar ese modelo.
En la plegaria eucarística vamos a tener muy en cuenta
las palabras del sacerdote, cuando dice: “Atiende, Señor, las súplicas de esta
familia que has congregado en tu presencia, en el día santo en que la virgen
María dio a luz al Salvador del mundo”.
Que así sea.-