Textos:
-Sof
3, 14-18ª
-Fi
4, 4-7
-Lc
3, 10-18
“Estad siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca”
Queridas hermanas benedictinas
y queridos hermanos todos:
La liturgia de este tercer
domingo de adviento nos invita a la alegría. Será, quizás, porque necesitamos
palabras de ánimo… Lo cierto es que nos
da el motivo por el que podemos estar alegres: “El Señor está cerca”.
El Señor está cerca, está con
nosotros y dentro de nosotros, de muchas maneras: en los sacramentos, en la
Palabra, en el hermano, en el pobre, cuando
nos relacionamos con él desde nuestra condición de hijos de Dios y
hermanos suyos…
El Señor está cerca, porque
llega Navidad. La liturgia navideña nos trae la gracia singular del misterio de
Cristo que se hace pobre para redimir a los pobres y se hace humano para
redimir a los humanos y enseñarnos el camino de la vida verdadera. Ciertamente,
la liturgia de la Navidad ofrece a todos una gracia de alegría y de fuerza para
vivir.
La liturgia de este domingo lo
que hace en un tono u otro recomendarnos que nos preparemos de la mejor manera
posible a recibir esa gracia.
Alguno puede pensar que el
acontecimiento del nacimiento de Jesús hace dos mil años nos es lo que más
ocupa la atención y el ánimo de la gente: las elecciones generales, la lotería,
las compras y regalos, los proyectos educativos que se anuncian para las
escuelas, el futuro de la empresa donde trabajo… Estas y otras, sí que son
preocupaciones palpables…
Pero precisamente, si decimos
que el “Señor está cerca”, queremos decir que el Señor está cerca y en medio de
todas estas preocupaciones. No para adelantarse con una solución que ahorre
nuestra responsabilidad y nuestro esfuerzo, sino para
darnos luz, criterios, sabiduría y fuerza para afrontar todas estas situaciones
en la dirección de la voluntad de Dios, del bien nuestro y de nuestros
prójimos.
Por eso, la pregunta pertinente que podemos hacernos
la encontramos en las primeras líneas del evangelio: “Entonces, ¿qué hacemos?” ¿Qué podemos hacer en estos días previos
para que la Navidad el Señor alegre nuestras vidas y nos dé ganas de vivir y
fuerzas para afrontar las dificultades
de cada día?
“El que tenga dos túnicas, que la reparta con el que no tiene, el que
tenga comida que haga los mismo”.
Esta es la primera respuesta que da el Bautista, las demás van también en la
misma línea de justicia social y de amor al necesitado. Son una llamada a
ejercer las obras de misericordia con los hermanos, justo ahora que comenzamos
el “Año de la misericordia”. “La misericordia es la ley fundamental que habita
en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que se
encuentra en el camino de la ida”. Son palabras del papa Francisco.
Y a vosotras, queridas
hermanas, san Benito os pone en la línea del evangelio de hoy, cuando os dice:
“Recibid al huésped como al Señor”.
Al comenzar la plegaria
eucarística vamos a decir: “El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con
alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue,
velando en oración y cantando su alabanza”. Pues que así sea.