domingo, 20 de marzo de 2016

DOMINGO DE RAMOS (C)

Introducción al Evangelio

Texto: Lc 22, 14-23, 56

Queridos hermanos:

Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, preludio de la celebración de la Pascua del Señor. Hemos comenzado con la procesión exultante y jubilosa por los claustros del monasterio.

Ahora nos hemos revestido de tonos rojos y de sentimientos de dolor para escuchar el relato de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, según san Lucas.

Permitidme unas consideraciones de introducción que suplan la homilía, y nos dispongan a escuchar con atención alguno de los momentos que vivió y sufrió Jesús, Señor y Salvador nuestro, Rostro verdadero del Dios de la Misericordia.

La infinita misericordia de Jesús queda patente en gestos como la mirada de perdón a Pedro que lo ha negado: “El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho”. Pendiente de la cruz y moribundo demuestra su corazón misericordioso en las palabras que dirige al buen ladrón: “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Además, la oración: En los momentos y decisiones importantes de su vida Jesús ora y habla con su Padre, ahora, en este momento cumbre, también: De la oración saca fuerzas Jesús para afrontar este momento decisivo y supremo en su vida: “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz… pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”; y momentos antes de morir: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Él, que ora, pide a los suyos, a nosotros, que oremos: “¿Por qué dormís? Levantaos y orad para no caer en la tentación”.

Y un contrapunto que nos conviene atender: Los discípulos que abandonan a Jesús y lo dejan sólo en este momento decisivo nos están enseñando que no podemos fiarnos en nuestras propias fuerzas.

La oración es la única arma que puede liberarnos de los miedos. La contemplación silenciosa de la cruz, es el único modo de comprender su sentido, y el sentido de la vida cristiana.

¿Dónde está Pedro y los demás discípulos? ¿Dónde estamos nosotros? Acerquémonos esta mañana y escuchemos a Jesús que habla con dificultad y dice: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.

Escuchemos: