domingo, 27 de noviembre de 2016

DOMINGO I DE ADVIENTO (A)

Textos:

       -Is 2, 1-5
       -Sal 121
       -Ro 13,11-14ª
       -Mt 24, 37-44

Daos cuenta del momento en que vivís”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¿Qué futuro estamos preparando ahora, en este presente que vivimos?
Los fascinantes descubrimientos de la ciencia, los prodigiosos adelantos técnicos, móviles, robots, ordenadores; el empeño pertinaz de muchos pensadores por organizar el mundo prescindiendo absolutamente de Dios, estas y otras tendencia de la evolución, ¿a dónde nos llevan?.

El viacrucis penoso y desesperado de los emigrantes hacia los países superdesarrollados, los abusos sexuales y la explotación mercantil de tantas mujeres, la pobreza oculta y manifiesta en medio de una sociedad opulenta, el bombardeo irresistible de los anuncios y la propaganda que estimulan el consumismo…, y tantos otros fenómenos de hoy, ¿qué futuro están incubando? ¿Adónde nos llevan? ¿Hacia dónde vamos?.

Jesucristo, en el evangelio de hoy nos advierte: “Cuando venga el Hijo del Hombre, pasará como en los tiempos de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día que Noé entró en el arca; y cuando menos los esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a a todos”.

Vivimos muy deprisa, sin tiempo para la reflexión; ocupados y preocupados…, pero de lo inmediato, sin perspectiva de futuro; lo urgente nos impide dedicarnos a lo importante…

San Pablo nos advierte: “Daos cuenta del tiempo en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño”. Pues, ¿qué está pasando? ¿Qué tiene este tiempo que vivimos?.

El tiempo de adviento nos introduce en el fondo y en la verdad más esencial de nuestra vida.

Tres citas imprescindibles señalan la ruta de nuestra vida. Son las tres venidas de Jesucristo a nuestra historia: La primera fue en el pasado, hace ya más de dos mil años, cuando el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Otra venida ocurrirá en el futuro, al final de los tiempos, cuando el Hijo del Hombre, Jesucristo, vendrá a juzgar a vivos y muertos en el amor, la verdad, la justicia y la misericordia, para darnos a cada uno según nuestras obras.

Pero se da otra venida de Jesucristo es en el presente: Jesucristo nos sale al encuentro, y nos acompaña en nuestro diario vivir. Él nos dirige la palabra en la liturgia, él nos ofrece alimento y fuerza en la eucaristía y demás sacramentos, él se nos hace visible en el enfermo o el necesitado que tenemos a nuestro lado… Y de otras muchas maneras, él se nos hace presente. Y esta presencia de Jesús da sentido, alma y dirección a todas las demás dimensiones de nuestra vida: al trabajo, la familia, la salud, la enfermedad, el compromiso social y político, la diversión…

Ahora, en esta venida de Jesús, en el presente, nos estamos jugando el buen resultado del encuentro con el Señor, cuando venga en el futuro, en la venida final. A esta venida en el presente se refieren las palabras de san Pablo cuando dice: “Ahora vuestra salvación está más cerca que cuando vinimos a la fe”.


Y ¿qué tenemos que hacer? El mismo Pablo nos ofrece el programa. Programa que bien podemos tener en cuenta para este tiempo de adviento: “Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas, ni borracheras… Vestíos de Jesucristo”, dicho de otra manera: Nada de sucumbir ante los halagos del consumismo, sino asumir el estilo de vida de Jesús, obediente a su Padre Dios, que curó a los pobres, y no vino a ser servido sino a servir y dar la vida por todos.