Textos:
-Is 2,
1-5
-Sal 121
-Ro
13,11-14ª
-Mt 24,
37-44
“Daos
cuenta del momento en que vivís”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
¿Qué futuro
estamos preparando ahora, en este presente que vivimos?
Los
fascinantes descubrimientos de la ciencia, los prodigiosos adelantos
técnicos, móviles, robots, ordenadores; el empeño pertinaz de
muchos pensadores por organizar el mundo prescindiendo absolutamente
de Dios, estas y otras tendencia de la evolución, ¿a dónde nos
llevan?.
El viacrucis
penoso y desesperado de los emigrantes hacia los países
superdesarrollados, los abusos sexuales y la explotación mercantil
de tantas mujeres, la pobreza oculta y manifiesta en medio de una
sociedad opulenta, el bombardeo irresistible de los anuncios y la
propaganda que estimulan el consumismo…, y tantos otros fenómenos
de hoy, ¿qué futuro están incubando? ¿Adónde nos llevan? ¿Hacia
dónde vamos?.
Jesucristo,
en el evangelio de hoy nos advierte: “Cuando
venga el Hijo del Hombre, pasará como en los tiempos de Noé. Antes
del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día que
Noé entró en el arca; y cuando menos los esperaban, llegó el
diluvio y se los llevó a a todos”.
Vivimos muy
deprisa, sin tiempo para la reflexión; ocupados y preocupados…,
pero de lo inmediato, sin perspectiva de futuro; lo urgente nos
impide dedicarnos a lo importante…
San
Pablo nos advierte: “Daos
cuenta del tiempo en que vivís; ya es hora de despertaros del
sueño”. Pues,
¿qué está pasando? ¿Qué tiene este tiempo que vivimos?.
El tiempo de
adviento nos introduce en el fondo y en la verdad más esencial de
nuestra vida.
Tres
citas imprescindibles señalan la ruta de nuestra vida. Son las tres
venidas de Jesucristo a nuestra historia: La primera fue en el
pasado, hace ya más de dos mil años, cuando el Verbo de Dios se
hizo carne y habitó entre nosotros. Otra venida ocurrirá en el
futuro, al final de los tiempos, cuando el Hijo del Hombre,
Jesucristo, vendrá a juzgar a vivos y muertos en el amor, la verdad,
la justicia y la misericordia, para darnos a cada uno según nuestras
obras.
Pero se da
otra venida de Jesucristo es en el presente: Jesucristo nos sale al
encuentro, y nos acompaña en nuestro diario vivir. Él nos dirige la
palabra en la liturgia, él nos ofrece alimento y fuerza en la
eucaristía y demás sacramentos, él se nos hace visible en el
enfermo o el necesitado que tenemos a nuestro lado… Y de otras
muchas maneras, él se nos hace presente. Y esta presencia de Jesús
da sentido, alma y dirección a todas las demás dimensiones de
nuestra vida: al trabajo, la familia, la salud, la enfermedad, el
compromiso social y político, la diversión…
Ahora,
en esta venida de Jesús, en el presente, nos estamos jugando el buen
resultado del encuentro con el Señor, cuando venga en el futuro, en
la venida final. A esta venida en el presente se refieren las
palabras de san Pablo cuando dice: “Ahora
vuestra salvación está más cerca que cuando vinimos a la fe”.
Y ¿qué
tenemos que hacer? El mismo Pablo nos ofrece el programa. Programa
que bien podemos tener en cuenta para este tiempo de adviento:
“Conduzcámonos
como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas, ni borracheras…
Vestíos de Jesucristo”,
dicho de otra manera: Nada de sucumbir ante los halagos del
consumismo, sino asumir el estilo de vida de Jesús, obediente a su
Padre Dios, que curó a los pobres, y no vino a ser servido sino a
servir y dar la vida por todos.