-Textos:
-Is 58,
7-10
-Sal 111,
4-9
-1 Co 2,
1-5
-Mt 5,
13-16
“Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa…vosotros
sois la luz del mundo”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Nos
lamentamos muchas veces porque va decreciendo la práctica religiosa,
porque hay muy pocas vocaciones para sacerdotes, para religiosos y
religiosas, para la vida contemplativa. Los que somos mayores
recordamos tiempos pasados y nos duele. Hay también muchos
cristianos bautizados que constatan este descenso en la práctica
religiosa y no les importa. En nuestra sociedad hay muchos bautizados
cristianos, pero hay pocos bautizados cristianos que viven como
cristianos.
“Vosotros
sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa…”
Todos
gustamos diariamente la sal; todos conocemos su virtualidad y su
fuerza. Unos pocos granos de sal son capaces de sazonar y dar un
punto especial a los alimentos que se cuecen en una hermosa olla.
Así
debemos ser los seguidores de Jesús, los bautizados cristianos en la
sociedad. “Vosotros
sois la sal de la tierra”.
Y fijaos bien que dice: “Vosotros
sois”. No dice
“Podéis ser” o “Debéis ser” o “Vais a ser”. Dice:
“Sois”. “Sois,
porque en el bautismo habéis sido hecho hijos de Dios y todos habéis
recibido el Espíritu Santo y todos habéis recibido fuerza y
capacidad para ir por todo el mundo y predicar el evangelio”. Os
basta ser lo que sois, y tenéis fuerza para saborear el mundo. Pero
eso, sí, tenéis que ser lo que sois. Porque si
la sal se vuelve sosa, ¿quién la salará?
Si los bautizados no vivís como bautizados, ¿qué va a ser de esta
sociedad? ¿Qué va a ser de este mundo? Y, ¿qué va ser de vosotros
mismos? Si vosotros bautizados no vivís como bautizados, y perdéis
vuestra sustancia, no servís para nada, quedaréis, en cuanto
cristianos, marginados y echados al cubo de la basura de esta
sociedad”.
“Vosotros
sois la luz del mundo”:
Es la segunda nota de identidad que nos dirige Jesús a nosotros esta
mañana. Tiene un carácter claramente apostólico, de misión, de
responsabilidad de comunicar a esta sociedad la luz y el sentido de
la vida que hemos descubierto por la fe en Jesucristo. Si de verdad
somos sal de la tierra, tenemos que ser luz del mundo para nuestros
contemporáneos en esta sociedad.
¿Y cómo?,
nos podemos preguntar. ¿Qué podemos hacer para ser sal que
transforme este mundo, y luz en medio de esta sociedad que tantas
cosas buenas tiene, y sin embargo, se siente angustiada, confusa y
en tinieblas?
Volvamos
a la primera lectura: “Parte
tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al
que ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne (no te
desentiendas de tus semejantes)… Cuando
practiques todo esto,
brillará tu luz en las tinieblas”.
Aquí
tenemos la respuesta: compartir con el necesitado, respetar al
prójimo, esto y prácticas parecidas nos convierten en luz de
evangelio en medio de este mundo. Hay, sin duda, otros medios y
modos de ser luz, como pueden ser la oración, o el martirio, si
ocurre. Pero esta mañana la Palabra de Dios nos dice expresamente:
“Parte tu pan con
el hambriento, viste al desnudo y brillará tu luz”.
Nada de ser cristianos que viven a lo pagano.
Hoy la
Palabra de Dios nos anima a salir de la mediocridad, a dejar el
intento de contentar a Dios y a los que viven como si Dios nos
existiera. Hoy se nos invita a tomar conciencia de lo que somos como
bautizados cristianos: “sal de la tierra” y “luz del mundo”.
Creamos en
nosotros mismos, creamos en la misión que se nos encomienda; el
mundo nos necesita, incluso sin darse cuenta, nos espera; necesita la
luz de Cristo y la sal del evangelio.
Que la
eucaristía nos dé la fuerza para anunciar la muerte de Cristo,
proclamar su resurrección y gritar: “Ven, Señor Jesús”.