domingo, 5 de febrero de 2017

DOMINGO V, T.O. (A)

-Textos:

       -Is 58, 7-10
       -Sal 111, 4-9
       -1 Co 2, 1-5
       -Mt 5, 13-16

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa…vosotros sois la luz del mundo”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Nos lamentamos muchas veces porque va decreciendo la práctica religiosa, porque hay muy pocas vocaciones para sacerdotes, para religiosos y religiosas, para la vida contemplativa. Los que somos mayores recordamos tiempos pasados y nos duele. Hay también muchos cristianos bautizados que constatan este descenso en la práctica religiosa y no les importa. En nuestra sociedad hay muchos bautizados cristianos, pero hay pocos bautizados cristianos que viven como cristianos.

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa…”

Todos gustamos diariamente la sal; todos conocemos su virtualidad y su fuerza. Unos pocos granos de sal son capaces de sazonar y dar un punto especial a los alimentos que se cuecen en una hermosa olla.

Así debemos ser los seguidores de Jesús, los bautizados cristianos en la sociedad. “Vosotros sois la sal de la tierra”. Y fijaos bien que dice: “Vosotros sois”. No dice “Podéis ser” o “Debéis ser” o “Vais a ser”. Dice: “Sois”. “Sois, porque en el bautismo habéis sido hecho hijos de Dios y todos habéis recibido el Espíritu Santo y todos habéis recibido fuerza y capacidad para ir por todo el mundo y predicar el evangelio”. Os basta ser lo que sois, y tenéis fuerza para saborear el mundo. Pero eso, sí, tenéis que ser lo que sois. Porque si la sal se vuelve sosa, ¿quién la salará? Si los bautizados no vivís como bautizados, ¿qué va a ser de esta sociedad? ¿Qué va a ser de este mundo? Y, ¿qué va ser de vosotros mismos? Si vosotros bautizados no vivís como bautizados, y perdéis vuestra sustancia, no servís para nada, quedaréis, en cuanto cristianos, marginados y echados al cubo de la basura de esta sociedad”.

Vosotros sois la luz del mundo”: Es la segunda nota de identidad que nos dirige Jesús a nosotros esta mañana. Tiene un carácter claramente apostólico, de misión, de responsabilidad de comunicar a esta sociedad la luz y el sentido de la vida que hemos descubierto por la fe en Jesucristo. Si de verdad somos sal de la tierra, tenemos que ser luz del mundo para nuestros contemporáneos en esta sociedad.

¿Y cómo?, nos podemos preguntar. ¿Qué podemos hacer para ser sal que transforme este mundo, y luz en medio de esta sociedad que tantas cosas buenas tiene, y sin embargo, se siente angustiada, confusa y en tinieblas?
Volvamos a la primera lectura: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que ves desnudo, y no te cierres a tu propia carne (no te desentiendas de tus semejantes)… Cuando practiques todo esto, brillará tu luz en las tinieblas”.

Aquí tenemos la respuesta: compartir con el necesitado, respetar al prójimo, esto y prácticas parecidas nos convierten en luz de evangelio en medio de este mundo. Hay, sin duda, otros medios y modos de ser luz, como pueden ser la oración, o el martirio, si ocurre. Pero esta mañana la Palabra de Dios nos dice expresamente: “Parte tu pan con el hambriento, viste al desnudo y brillará tu luz”. Nada de ser cristianos que viven a lo pagano.

Hoy la Palabra de Dios nos anima a salir de la mediocridad, a dejar el intento de contentar a Dios y a los que viven como si Dios nos existiera. Hoy se nos invita a tomar conciencia de lo que somos como bautizados cristianos: “sal de la tierra” y “luz del mundo”.

Creamos en nosotros mismos, creamos en la misión que se nos encomienda; el mundo nos necesita, incluso sin darse cuenta, nos espera; necesita la luz de Cristo y la sal del evangelio.


Que la eucaristía nos dé la fuerza para anunciar la muerte de Cristo, proclamar su resurrección y gritar: “Ven, Señor Jesús”.