martes, 11 de julio de 2017

FIESTA DE SAN BENITO (A)

-Textos:

       -Prov 2, 1-9
       -Sal 33
       -Ef 4, 1-6
       -Lc 22, 24-30

Hijo mío, si acoges mis palabras…, prestando atención a la sabiduría,… entonces comprenderás el temor de Dios”.

Queridas hermanas benedictinas: Felicidades por la fiesta de san Benito que celebramos y que os toca tan de cerca y tan profundamente a vosotras; y gracias por habernos invitado a todos nosotros a participar de ella. También para nosotros es una gracia de Dios hacer memoria y celebrar a san Benito, porque su ejemplo y sus enseñanzas nos acercan siempre al Evangelio de Jesucristo y a las fuentes de nuestra fe.

Hijo mío, si acoges mis palabras…, prestando atención a la sabiduría,… entonces comprenderás el temor de Dios”.

Queridas hermanas y queridos hermanos todos: ¿Dónde está la verdadera sabiduría? ¿Dónde se encuentra la felicidad y el arte de vivir?
En la calle y en el ambiente que se palpa en ella, o en el monasterio, y en lo que podemos aprender de una comunidad monástica?

San Benito en el prólogo de su regla escribe estas palabras: “Si deseas gozar de verdadera y perpetua vida, guarda tu lengua del mal, y no profieran tus labios dolo alguno. Apártate del mal y obra el bien… ¿Qué cosa más dulce para nosotros, hermanos carísimos, que esta voz del Señor que nos invita? Ved como en su piedad nos muestra el Señor el camino de la vida”.

La voz del Señor. San Benito nos invita a buscar la verdadera sabiduría en la Palabra de Dios. La verdad de la vida, de las cosas, de los acontecimientos y de las personas, el arte de vivir, la verdad última y esencial de todo, la encontramos en la Palabra de Dios.

La epístola a los Efesios nos habla de una vida en comunidad: “Esforzaos por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados”. Para eso, propone unos comportamientos, un estilo de vida, que chocan a abiertamente con la sabiduría del mundo: “Sed siempre amables y comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor”.

El evangelio se sitúa también en un contexto comunitario, la comunidad original de los primeros discípulos de Jesús. La enseñanza de Jesús para su comunidad de discípulos. No se trata solamente de exaltar el servicio como virtud, sino de presentar un modelo alternativo de vida y de sociedad: “Los reyes de la tierra los dominan… Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna como el que sirve”.

Para el mundo ajeno al evangelio son sumamente contrarios y chocantes estos valores que propone Jesús: Pero Jesús es la Palabra de Dios, es la Sabiduría de Dios. Y en los valores y el proyecto de vida y de sociedad que propone Jesús está la verdadera sabiduría y el verdadero arte de vivir; la fórmula para la felicidad humana.

La Regla de San Benito es un camino diseñado a practicar el evangelio de Jesús: “Ceñidos, pues, nuestros lomos con la fe y la observancia de las buenas obras, sigamos sus caminos, tomando por guía el Evangelio, a fin de que podamos ver en su Reino a aquél que nos llamó”.

Y porque es camino de evangelio, san Benito y su Regla da con la comunidad, el cenobio, la vida fraterna, como fórmula necesaria y esencial para seguir a Jesús y como escuela para curtirse en la verdadera sabiduría y en el arte de vivir: “Vamos pues a establecer una escuela del servicio divino, en cuya institución no esperamos ordenar nada duro, nada penoso. Mas, si… debiera disponerse algo más severamente… no rehúyas, sobrecogido de temor, el camino de la salvación…”.

Hemos de tener muy en cuenta esta “escuela del divino servicio”, donde se aprende a poner a Dios como centro de la vida, y al prójimo se lo ha de tratar como a Cristo; donde el servicio humilde y la obediencia por amor, se aprende a practicar hasta la perfección con que lo ha practicado Jesucristo.

San Juan Pablo segundo habla de un nuevo humanismo en san Benito, en su Regla y en el reguero de civilización y de cultura que empapó la sociedad europea.

En una sociedad como la nuestra, entregada y rendida a un humanismo ateo, que exalta el individualismo, que bajo capa de altruismo privilegia los intereses del poderoso, del rico y del que goza de buena salud, y margina al pobre, al anciano y al niño indefenso.


Hemos de dar gracias a Dios de tener ante nosotros a un camino cristiano avalado por la historia, que es camino de evangelio, y testimonio de la verdadera sabiduría y del verdadero arte de vivir y se convierte en profecía de una humanidad nueva.