-Textos:
-Jon 3,
1-5. 10
-Sal 24,
4-9
-1 Co 7,
29-31
-Mc 1,
14-20
“Se
ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios”
No podemos
imaginar, queridos hermanos y hermanas, el revuelo tan grande que
producía este anuncio cuando Jesús comenzó a pronunciarlo por los
pueblos y por los caminos de Galilea. Aquellas gentes humildes del
pueblo llano y mayoritariamente pobre eran religiosos y creyentes, y
esperaban que Dios interviniera de una vez para que mejorara su
situación económica y social sobre todo.
No sé dónde
nosotros tenemos puestas nuestras expectativas de mejorar nuestra
vida, qué tipo de mejoras esperamos, y en quién hemos depositado
nuestra confianza para que esas mejoras lleguen, y nuestras
expectativas queden cumplidas.
Lo
cierto es que Jesucristo, hoy, y creámoslo de verdad, a nosotros
nos dirige el mismo anuncio: “Se
ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios”
El reino de
Dios es la intervención definitiva de Dios en nuestro mundo, para
que este mundo y nuestra historia se enderecen y caminen por caminos
de libertad, justicia, amor y paz. Dios, en el episodio de la zarza
ardiente se apareció a Moisés y le dijo: “He visto la aflicción
de mi pueblo, he visto su sufrimientos, he sentido compasión y voy a
bajar a liberarlo”. Y bajó. “Y el Verbo, su propio Hijo, se hizo
carne y habitó entre nosotros”.
Jesucristo
es la apuesta definitiva de Dios para salvar a los hombres y a la
creación entera: “Este
es mi Hijo, mi predilecto, escuchadle”, oíamos
la voz de su Padre hace dos domingos, cuando Jesús salía de ser
bautizado en el Jordán.
El Reino de
Dios, en definitiva, es el amor de Dios que irrumpe en la historia
del mundo y se manifiesta y se nos da en Jesucristo. Por eso,
Jesucristo, su persona, su mensaje, su vida, su muerte y
resurrección, son el Reino de Dios.
Hoy, esta
mañana, estamos todos invitados a renovar nuestra fe en Jesucristo y
en su mensaje.
Pero
esta oferta del Reino de Dios necesita ser conocida y aceptada por
todos los hombres. Jesucristo no quiere hacerla en solitario.
Jesucristo quiere contar con los hombres para la gran tarea de
implantar el reinado de Dios en el mundo. Después del anuncio del
Reino hemos escuchado de labios de Jesús: “Venid
conmigo y os haré pescadores de hombres”.
Escuchemos
esta llamada de Jesús a Simón y a Andrés, es para nosotros.
Nosotros somos invitados a seguir a Jesús para anunciar el Reino de
Dios a todos los hombres. ¿Qué tenemos que hacer?
Lo más
concreto que se me ocurre: Seguid viniendo a la eucaristía, escuchad
la Palabra de Dios que va desgranando la vida y el mensaje de Jesús.
Pero hay un
acontecimiento particular: este domingo cae dentro del Octavario por
la unión de los cristianos. ¿Cómo nosotros podemos hacer algo por
el ecumenismo y la unidad de los cristianos?
La oración
en primer lugar. Pero también la disposición para acoger a los
emigrantes, a los que llegan hasta nosotros y traen lengua,
costumbres y creencias distintas a las nuestras; acogerlos como los
acogería Cristo, será una estupenda manera de practicar el
ecumenismo y de trabajar para que el Reino de Dios se establezca en
nuestro mundo.