-Textos:
-Hch 4,
8-12
-Sal 137,
1.8-9. 21-29
-1 Jn 3,
1-2
-Jn 10,
11-18
“Yo
soy el Buen Pastor”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos, todos:
Ha irrumpido
por fin la primavera y nuestros cuerpos agradecen el ambiente
templado y hasta caluroso que en vuelve la atmósfera. Este bienestar
no acalla preocupaciones y problemas del diario vivir de cada día:
Los hijos que se presentan a oposiciones, los que dicen que se va a
la carpa para un rato, la salud, el paso de los años; y otras de
otro género: los pobres marginados, la violencia doméstica, los
conflicto políticos, los escándalos de corrupción… Noticias que
enfrían el clima templado de la primavera…
Pero
venimos a la iglesia para celebrar el domingo y nos encontramos con
unas lecturas llenas de buenas noticias: “Jesús
es la piedra que vosotros desechasteis…; bajo el cielo, no se nos
ha dado otro nombre que pueda salvarnos”. “Mirad que amor nos ha
tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues los somos...".
No alcanzamos
a sentir del todo estas extraordinarias experiencias, pero llenan de
sentido nuestra vida.
Pero
todavía nos queda recoger la noticia central, el titular que las
lecturas de hoy ponen en primera página: “Yo
soy es buen pastor”. ¿Por
qué él es buen pastor? -Porque da la vida por nosotros. Y
nosotros, después de haber celebrado la pascua, sabemos muy bien que
es verdad: Jesucristo murió, dio la vida por nosotros. “Apenas
habrá alguien que dé la vida por un hombre de bien, alguno puede
que la dé por un inocente; más la prueba de que Dios nos ama es
que, siendo nosotros pecadores, Jesucristo murió por nosotros”.
Sí, no hay prueba de amor mayor.
Jesucristo
nos ama de verdad. Jesucristo es Buen Pastor además, porque nos
conoce a cada uno personalmente, por nuestro propio nombre. “Yo
conozco a las mías y las mías me conocen”. Es
un conocimiento lleno de amor, y un amor verdadero, un amor que da la
vida.
Y aún
otro rasgo que deja ver el corazón grande y los sentimientos nobles
que tiene Jesucristo, el buen Pastor: “Tengo
además otras ovejas que no son de este redil; también a esas las
tengo que traer, y escucharán mi voy, y habrá un solo rebaño y un
solo pastor”. Nuestro
Pastor bueno, Jesucristo, sueña con salvar a todos los hombres, al
mundo entero.
Queridos
hermanos todos: ¡Qué suerte tenemos de creer en Jesucristo! San
Pablo grita en una de sus cartas “Sé
muy bien de quien me he fiado”.
Ciertamente, nos podemos fiar de Jesús. “Él
es la luz del mundo”; “Quien le sigue no anda en tinieblas”.
“Es el Buen pastor, que nos lleva por el sendero justo”.
“Tengo
otras ovejas que no son de este aprisco”.
Esta frase que ya que revela los sentimientos de Jesús, es también
para nosotros sus seguidores una encomienda. Nosotros tenemos que
pensar en transmitir a otros estas buenas noticias del evangelio: a
los que van por cañadas oscuras y caminos torcidos; a los que no han
descubierto la riqueza, la luz y la alegría que reportan estas noticias
para vivir bien y con sentido la vida.
Pensamos
en los niños que van a hacer la primera comunión, en la riada de
jóvenes que acudía el viernes a la carpa del deportivo; y en los
jóvenes que van a recibir la confirmación. Y cuando nos hablan de
conflictos políticos que nos turban o de escándalos que nos
desmoralizan, oigamos las palabras de Jesús: “Tengo
otras ovejas que nos son de este redil, a ellas también las tengo
que traer”.
Llenémonos
de esperanza, no perdamos la ilusión y anunciemos con convicción y
coherencia: “Jesús
es el Buen Pastor”,…
Y llegará la primavera del cielo, y el verano divino con la
cosecha de la vida eterna. Llegará un día en que
“habrá un solo rebaño y un solo pastor”.