-Textos:
-Sab 1, 13-15; 2, 23-25
-Sal 29, 2-6.11-13
-2Cor 8, 7-9.13-15
-Mc 5, 21-30.33-43
Queridas hermanas y queridos hermanos todos:
“Dios no hizo la muerte... Todo lo creó para que
subsistiera… “No temas; basta que tengas fe”
Primer día de julio, domingo;
algunos, los que pueden, habrán salido de vacaciones o estarán
preparando el viaje y las maletas; otros piensan en los
“Sanfermines”, muchos en el partido de futbol de esta misma
tarde; habrá quien no pueda quitar de su pensamiento la preocupación
por las dificultades económicas, o los problemas político-sociales
de los refugiados y emigrantes.
Nosotros no podemos vivir sin
celebrar el domingo, aquí encontramos a Jesucristo como Señor y
dador de vida. Nos alegra y nos llena de esperanza. ¡Qué
reconfortantes las afirmaciones de la primera lectura: “Dios
no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó
para que subsistiera… Dios creó al hombre para la inmortalidad y
lo hizo a imagen de su propio ser”.
“Dios no es un Dios de muertos
sino de vivos”.
Jesucristo, su Hijo, es Señor de vivos y muertos.
Lo vemos muy claro en el evangelio que hemos escuchado:
Una mujer enferma y, además, marginada. Porque su
enfermedad estaba declarada como impura y la gente debía huir de
ella para evitar el contagio. Una niña que agoniza y muere. Un
contrasentido, un absurdo que provoca el dolor de su padre y de toda
su familia.., y de todos.
En medio de estas tragedias de la
vida humana se encuentra Jesús y se muestra como Señor y dador de
vida: cura a la mujer enferma: “Vete
en paz y con salud”;
resucita a la niña ya difunta: “Talitha
qumi”: “Niña contigo hablo, levántate”. Y la niña se puso en
pie inmediatamente y echó a andar”.
Jesucristo hace verdaderas las
palabras del Libro de la Sabiduría: “Dios
no hizo la muerte… Dios creó al hombre para la inmortalidad”.
“No temas; basta que tengas fe”.
Hoy estamos invitados todos a creer en Jesucristo, dador de vida. Y
la fe provocará en nosotros la esperanza y los motivos para la
fiesta. Para ello, tenemos que creer, y creer en Jesucristo.
Hoy, queridas hermanas benedictinas y queridos todos, no
soplan vientos favorables para la fe. Mucha gente es crédula: cree
a pie juntillas, acríticamente, es decir sin pensar mucho, y
creyendo más de cuanto se debería creer, por ejemplo, en el dinero,
en el señuelo del consumismo, en las afirmaciones de los
científicos, en los adelantos de la técnica… Pero rechaza la fe
como confianza merecida y razonable, sobre todo, reniega de la fe
religiosa. Vive como si Dios no existiera.
Ahora vemos la importancia que tiene el “Credo”, que
recitamos en la eucaristía de cada domingo.
Jesucristo nos dice hoy: “No
temas; basta que tengas fe”, “porque Dios no hizo la muerte ni
goza destruyendo a los vivientes”.