-Textos:
-Je 23, 1-6
-Sal 22, 1-6
-Ef 2, 13-18
-Mc 6, 30-34
“Venid vosotros a
solas a un lugar desierto a descansar un poco”
Queridas hermanas
benedictinas y queridos hermanos todos:
En un domingo de verano y
caluroso como hoy, ¡qué bien y qué oportunas suenas estas palabras
que Jesús nos dirige hoy a nosotros!: “Venid
vosotros a solos a un lugar desierto a descansar un poco”.
Necesitamos descanso y
reposo. La vida es ritmo y si no respetamos ese ritmo, la vida no es
fecunda, no da fruto; si no nos desgastamos y nos estresamos sin
llegar a disfrutar de la vida y rendir como conviene.
Ya en los tiempos de Jesús
ocurría lo que hoy ocurre a muchos sacerdotes y seglares dedicados
al apostolado: “Porque eran tantos los que
iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer”. Y
lo mismo, o más, ocurre a mucha gente por razones de trabajo, de
dificultades económicas, o simplemente, porque los afanes de la vida
imponen un ritmo que no obedece al bien de la persona. Lo cierto es
que “no encontramos tiempo"
Sin embargo, Jesús hoy se
nos muestra con ese gesto tan humano, y tan humanizador y nos dice:
-“Venid vosotros a solas a un lugar
desierto a descansar un poco”.
Descanso, silencio, soledad…,para pensar, para
reflexionar sobre la vida que llevamos y ver si vivimos como queremos
vivir y nos gusta vivir o vivimos arrastrados por la corriente en la
que nos hemos metido o nos han metido… Unos días, un lugar
tranquilo para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios, o para
encontrar a Dios en nosotros mismos, escuchar su palabra y rehacer
nuestra vida desde Dios, desde nosotros mismos, atendiendo a lo mejor
y más íntimo que somos y tenemos.
Vosotras queridas hermanas
benedictinas sois privilegiadas y envidiables. Desde los primeros
años de vuestra vida, quizás, como dice el profeta, “desde el
seno materno”, habéis descubierto la sabiduría del silencio, de
la soledad, del camino fascinante y desconocido que recorre los
rincones y los prados del mundo interior, del mundo donde Dios sale
al encuentro y nos habla, y nos da luz y paz para afrontar la vida
diaria y el mundo exterior y la relaciones personales, y de los
trabajos necesarios. Es admirable este aspecto tan característico de
vuestra vocación y sois un faro de referencia que orienta la vida de
todos nosotros como cristianos y como personas humanas sencillamente.
Pero vosotras necesitáis,
también, estar en guardia y revisaros desde las palabras de Jesús.
La vida moderna tiene exigencias y modos de vida que son como aguas
escurridizas incontenibles, capaces de penetrar e inundar hasta los
claustros del monasterio. Lo sabéis muy bien y por eso es menester
estar atentas y cuidar ese carisma característico de vuestra vida:
oración, silencio y ese ritmo de vida tan sabio y tan reconocido
universalmente, “ora et labora”, y tan conforme a la primacía de
Dios y al evangelio de Jesús.
Así podéis ser para los
demás, para nosotros, ese faro de referencia que ilumina y ese
espacio de acogida; y donde podemos, los de fuera, poner en práctica
las palabras que hoy nos recomienda Jesús:
-“Venid vosotros a solas a un lugar
desierto a descansar un poco”.