-Textos:
-Núm 11, 25-29
-Sal 18, 8. 10. 12-14
-Sant 5, 1-6
-Mc 9, 38-43. 45.
47-48
“No se lo
impidáis…. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
San Marcos en el evangelio
de hoy recoge varios dichos de Jesús que conviene tener en cuenta en
las circunstancias que están viviendo aquellos primeros cristianos.
Os invito a poner la
atención en el primero de ellos:
“No se lo
impidáis…. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Los discípulos dicen a
Jesús: “Maestro, hemos visto a uno que
echaba los demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir,
porque no es de los nuestros”.
¿Cuál es el espíritu,
la mentalidad, el talante del apóstol Juan, que revelan estas
palabras? ¿Sentía Juan miedo a que este que expulsaba demonios
desvirtuara las enseñanzas de Jesús? ¿Se sentía Juan orgulloso y
privilegiado por pertenecer al grupo de los escogidos por Jesús, y
menospreciaba a los que no habían tenido esa suerte? ¿Qué espíritu
animaba a Juan cuando le sale esa frase: “No es de los nuestros”?
Conviene que nos paremos a
pensar. Somos bautizados, pertenecemos a la Iglesia católica,
tenemos el encargo de predicar el evangelio y ser testigos fieles de
la verdad de Jesús. ¿Cómo miramos a los que no son católicos como
nosotros? ¿Hemos de ser intransigentes para defender la ortodoxia?
¿Hemos de ser permisivos y pasotas, para no escandalizar? ¿Qué
pensar de los que practican una religión diferente y practican la
caridad y el bien? ¿Y cómo situarnos ante los que no creen ni en
los curas ni en la Iglesia y practican la caridad y la justicia
igual o mejor que nosotros?
Jesucristo nos dice hoy:
-“No se lo
impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre, no puede hablar
mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Al que hace el bien, y al
que propone y practica los valores más característicos de mi
evangelio no se lo impidáis. Respeto, aprecio, e incluso, alegrarnos
de que esto ocurra, viene a decirnos hoy Jesús.
Pero, nos surge la duda: Y
la Iglesia que tú, Señor, has fundado para anunciar el evangelio
por todo el mundo, ¿no es necesaria?
Sí, la Iglesia es
absolutamente necesaria, y Jesús quiso fundarla para anunciar el
Reino de Dios a todos los hombres. Para que el mundo se entere de que
Dios es amor y misericordia; de que Jesucristo, Hijo de Dios, nos amó
hasta el extremo y dio la vida por nosotros. Es necesaria la Iglesia
para decir que Cristo ha resucitado, ha vencido al pecado y a la
muerte; que tenemos una esperanza fundada de poder vivir felices
eternamente con Dios.
En la Iglesia católica
subsiste plenamente la verdad de Jesús, esta animada por el Espíritu
Santo, y ofrece al mundo la Palabra de Dios, la presencia del
Resucitado en la eucaristía, y la penitencia, y los demás
sacramentos, de manera que los hombres podamos conocer, amar y
cumplir la voluntad de Dios.
Es una gracia inmensa
pertenecer a la Iglesia y saber que cuantos hacen el bien, practican
la verdad y la justicia, respetan la libertad y la dignidad de las
personas están movidos por el Espíritu de Jesús resucitado, y que
todo eso construye el cielo nuevo y la tierra nueva que Jesús ha
prometido.
Y
todo eso lo pueden saber con certeza porque la Iglesia, nosotros los
cristianos, lo sabemos y hemos recibido el encargo de anunciarlo, no
como privilegiados, sino como servidores del mundo, agraciados y
humildes, que hemos recibido el encargo de Jesús.
Afirmemos nuestra fe en
Jesucristo, en su Iglesia y en el encargo que nos ha dado de anunciar
el evangelio por todo el mundo.