-Textos:
-Dan 12, 1-3
-Sal 15, 5. 8-11
-Heb 10, 11-14. 18
-Mc 13, 24-32
“Entonces verán
venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad”
El mensaje de las lecturas correspondientes a este
penúltimo domingo del Año Litúrgico sacan a la luz una cuestión
que anida en la mente y en el corazón de todos, pero que muchos
tratamos de encerrarla en el cuarto oscuro de la conciencia, porque
se nos antoja enojosa e inquietante. Todos queremos vivir y todos nos
morimos. Muchos no quieren pensar y se dicen: “Comamos y bebamos
que mañana moriremos”. Pero les queda el sentimiento inconfesado
de que dejan el interrogante sin resolver.
La verdad es que el hombre, independientemente de sus
raíces culturales y religiosas, no puede soslayar la pregunta: ¿Se
acaba todo? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Hay alguien que
pronuncie una palabra que genere una esperanza cierta?
“Entonces se verá venir al
Hijo del Hombre entre nubes con gran poder y
majestad”.
Con un lenguaje
literario difícil de entender para nuestro tiempo, en las lecturas
de hoy se nos dice aquella verdad que confesamos cada domingo en el
Credo: “Desde allí
ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”.
Es cierto que en este juzgar cabe la posibilidad de una condena.
Pero en el conjunto de sus afirmaciones Jesús quiere infundir
esperanza en sus seguidores. Él vendrá revestido de gloria para
cumplir la promesa que hizo en la Última Cena: “Volveré
y os llevare conmigo, para que donde yo estoy estéis también
vosotros”(Jn
14, 3).
Además añade una recomendación muy
sabia: “Estad
atentos y vigilantes, “El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
“Sabed que el Señor está
cerca”, hemos
escuchado también en el evangelio. Sí, sabemos que está cerca; y
no nos da miedo, todo lo contrario. Sabemos que viene ahora al altar,
para alentar nuestra vigilancia y nuestra espera. “Este
es el sacramento de nuestra fe”,
dirá luego un servidor, y vosotros responderéis esperanzados:
“Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús!”.