-Textos:
-Is 60, 1-6
-Sal 71, 1-2. 7-8.
10-11. 12-13
-Ef 2, 2-3ª. 5-6
-Mt 2, 1-12
Hoy, seis de Enero de 2019, domingo y fiesta de la
“Manifestación del Señor”. Los Reyes Magos nos ayudan a
reconocer a Jesús, no sólo como Rey de Israel, sino como Dios y
Salvador de todos los hombres, razas y pueblos.
¿Qué tienen los Magos, que les lleva al conocimiento
de la verdad de Dios y a la fe? Ellos, muy probablemente, son
astrólogos, especialistas en escudriñar los fenómenos naturales.
Pero no se conforman con un conocimiento de datos puramente físicos
y superficiales. Ellos saben descubrir en la naturaleza las huellas
de Dios, perciben en una estrella el nacimiento del enviado de Dios,
el Rey de los judíos.
Y se ponen en camino.
Buscando llegan hasta Jerusalén. Cuando desaparece la
estrella, ellos siguen buscando y preguntan. Los sacerdotes y
letrados saben la teoría y les dicen fríamente lo qué dice la
Escritura. Los Magos escuchan la cita del Profeta como Palabra de
Dios, la obedecen y llegan a Belén. Allí encuentran de nuevo la
estrella.
Tomemos nota: la voz de la naturaleza, la estrella, y la
voz de los profetas, la Palabra de Dios. Dos pistas que les llevan a
descubrir en un niño pobre, recién nacido, a Dios.
Humildes y alegres adoran a Dios en Jesús y le ofrecen
regalos, que es tanto como darse a sí mismos en los dones que
regalan.
Todo esto, tan admirable y ejemplar, tienen los magos,
que encuentran a Jesús y nos lo muestran a nosotros.
¿Qué tienen Herodes, los sacerdotes
y letrados, y la ciudad de Jerusalén que oyen lo que dicen los
Magos, pero en realidad, no se enteran de la gran Noticia? Herodes,
ya sabemos, tiene miedo a perder el poder; los sacerdotes, letrados y
ciudadanos de Jerusalén, tienen autosuficiencia, se creen ya
poseedores de la verdad, no buscan y no encuentran. Uno y otros son
incapaces de reconocer a Jesús como Dios y Salvador universal, y
quedan como ejemplo de lo qué no hay que ser, si queremos descubrir
la verdad de Dios y su salvación.
Pidamos hoy a los Reyes Magos el regalo de la gracia de
Dios, para que los gobernantes de la tierra se preocupen menos de
perder el poder y escuchen más la voz de los pobres y los humildes;
para que los sacerdotes y teólogos no nos limitemos a explicar las
Escrituras y los dogmas, sino que nos dejemos interrogar nosotros
mismos por la Palabra de Dios que predicamos; para que los
científicos y los investigadores no queden ofuscados por el
descubrimientos de nuevas galaxias y nuevos elementos atómicos, y
admitan la existencia de Dios que ha creado tales maravillas. Pedid
vosotras, hermanas contemplativas, vivir con alegría y gratitud
vuestra vocación para ahondar en la “lectio divina” y traducir
en canto de alabanza los signos de los tiempos y el encanto de la
naturaleza.
Y no olvidemos, la Epifanía es una fiesta misionera; el
Hijo de Dios ha nacido en Belén y se ha hecho hombre, para salvar a
todos los hombres, a los de Oriente y de Occidente, a todas las
culturas de Asia, de África y de América, a todos los pueblos. Los
Reyes Magos representan a todos los hombres. El Evangelio: el amor a
Dios y al prójimos, el Dios justo y misericordioso, el perdón, y
las bienaventuranzas son mensajes que necesitamos todos para vivir
vida verdadera, y vida eterna. Despertemos el celo misionero, pidamos
por los misioneros.
Queridos hermanos todos: Esta mañana la estrella de
los magos se posa sobre el altar. En la apariencia material de unas
migas de pan y unas gotas de vino, descubrimos la presencia humilde y
amorosa de Jesucristo, verdadero Dios y Salvador de los hombres y del
mundo.