-Textos:
-Re
19, 16b. 19-21
-Sal 15, 1-2ª y
5.7-11
-Ga 5, 1. 13-18
-Lc 9, 51-62
“Jesús tomó la
decisión de ir a Jerusalén”
Queridas hermanas
benedictinas y queridos hermanos todos:
En el primer plano de
nuestras preocupaciones está el calor desmedido, el tiempo de
vacaciones, los sanfermines…
También Jesús en el
evangelio nos dice hoy que va de viaje. Ha tomado la firme resolución
de subir a Jerusalén. Pero su viaje no tiene nada de descanso
vacacional y excursión turística. Sabe ciertamente que en Jerusalén
no le espera nada bueno: “Mirad que
subimos a Jerusalén donde el Hijo del Hombre será apresado, azotado
y muerto”. Pero Él sabe que lo
verdaderamente bueno está en cumplir la voluntad de su Padre: Y amar
a Dios, sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”.
Por eso, todo resuelto, toma la decisión de subir a Jerusalén.
Pero Jesús se
encuentra con que hay discípulos y seguidores que le quieren, le
admiran y quieren subir con él. A ellos les dice: “Sígueme”,
“Seguidme”. Pero a su vez viene a
decirles: Pensáoslo bien. Seguirme a mí significa arriesgarlo todo
por mí y por el evangelio. Dicho de otra manera: “Amar a Dios
sobre todas las cosas, y al prójimo, como a ti mismo”. Porque en
amar a Dios y al prójimo está la verdadera felicidad y el verdadero
descanso.
Queridas hermanas y
queridos hermanos todos: Esta mañana, en el horizonte de los
sanfermines y de los planes de verano, y en medio de estos calores
que nos invitan solo a relajarnos y a no hacer nada, Jesús nos dice
“He tomado la decisión de subir a
Jerusalén… Sígueme”. Sígueme,
es decir, “Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti
mismo”.
A la hora de planear el
verano piensa en Dios, y ámale a él y al prójimo. Ahí está tu
verdadera felicidad y tu descanso, y la verdadera libertad.
Haz tu proyecto de
verano, pero no olvides la eucaristía, cuenta con tus familiares
mayores, con aquellos que no pueden disponer de dinero para
permitirse un descanso, cuenta con los enfermos allegados a ti…
Ven conmigo a cumplir la voluntad de Dios, a amarle sobre todas las
cosas y amar al prójimo como a ti mismo.
Porque si en una
primera mirada puede parecernos que tener en cuenta a Dios y al
prójimo supone sacrificio y renuncias, a la larga y en el fondo,
nuestro corazón descansa y nosotros descansamos de verdad, cuando
por encima de todo tratamos de hacer como hizo Jesús, cuando se
dispuso a subir a Jerusalén y a dar la vida por amor.
Este domingo caluroso
de verano, Jesús te dice: “Sígueme”.