-Textos:
-Gn 14, 18-20
-Sal 109, 1b-4
-1 Co 11, 23-26
-Lc 9, 11b-17
“Esto es mi cuerpo
que se entrega por vosotros… Este cáliz es la nueva alianza
sellada con mi sangre…”
Queridas hermanas
benedictinas y queridos hermanos todos:
Dentro de pocos minutos
vais a oír estas palabras que yo pobre e indigno voy a pronunciar
en la consagración por gracia y mandato del Señor.
Avivemos la fe y
dejemos que la gratitud y la devoción nos invadan. Muchos
cristianos saldrán hoy en procesión y muchos espectadores los
mirarán, unos con curiosidad, otros con respeto. Nosotros, en esta
eucaristía avivemos la fe, seamos permeables a tanto amor que se
manifiesta en la eucaristía y despertemos a amar. Amar a Dios y amar
a los hermanos.
Tenemos que poner la
máxima atención en lo que dijo Jesús en la última cena y que san
Pablo recoge con todo cuidado en la lectura que hemos escuchado:
“Esto es mi cuerpo que se entrega por
vosotros… Este cáliz es la nueva alianza..”.
Jesús en la eucaristía
está presente dándose, y creando comunión, alianza y fraternidad.
Jesucristo se hace presente para entregarse, y se hace alimento, se
hace comida, para darnos su vida.
La eucaristía es,
además, compromiso de alianza. Dios sella una alianza de fidelidad y
de amor con nosotros.
Y atended lo qué nos
enseña la Iglesia: Cuando comulgamos con el Cuerpo y la sangre del
Señor, no es que nosotros asimilemos a Cristo que se trasforma en
nosotros, sino que Cristo nos hace a nosotros más Cristo, por
decirlo de alguna manera. Jesucristo nos asimila a él. La eucaristía
nos cristifica. La eucaristía nos va haciendo más a lo que es
Jesús, a lo que es él.
Y ¿qué es Jesús?
Jesús es el que da la vida por amor, el que vive dándose a los
hombres; el que se hace alianza. Jesús es la alianza de Dios con los
hombres y de los hombres con Dios.
Si somos conscientes y
consecuentes, al recibir a Cristo en la comunión, introducimos en
nuestra alma una corriente de vida, que es la vida de Cristo,
corriente de vida divina y humana, que nos impulsa con fuerza
incontenible a ser como Jesucristo, es decir, a entregarnos y dar la
vida por los hombres y a crear lazos de comunión, de fraternidad y
de amor con nuestros prójimos.
Ahora comprenderéis
por qué el día del “Corpus Christi” es el “Día de Cáritas”.
Esta institución católica, que ha logrado ganarse el prestigio y
la credibilidad en esta sociedad tan secularizada, nos hace a
nosotros mismos un favor enorme, porque nos invita a ser como Jesús
es en la eucaristía. Nos invita a darnos a los demás, a hacernos
más hermanos de los hermanos y más próximos de nuestros prójimos.
“Dadles
vosotros de comer”, les dijo Jesús
a sus discípulos, y nos dice hoy a nosotros. No vale presentar
excusas y poner dificultades: “¿qué es esto tan poco que tenemos,
para tanta gente?”. No os excuséis, nos dice Jesús-eucaristía:
Obrad con amor, haceos solidarios, meteos entre la gente que tiene
hambre de pan, y que tiene sed de mí, que me busca sin saberlo.
Poned lo poco que tenéis, porque es lo que os pido y porque es lo
que quiero necesitar de vosotros, para que yo haga el milagro.
Esto es lo que hoy
Jesucristo, al venerarlo en la eucaristía, nos viene a decir:
“Dadles vosotros de comer”. Y
que Cáritas nos lo dice con el lema de este año:
“Poner en marcha nuestro compromiso para mejorar el mundo”.