-Textos:
-Ecl 1, 2; 2, 21-13
-Sal 89, 3-6. 12-14 y
17
-Col 3, 1-5. 9-11
-Lc 12, 13-21
“Necio, esta noche
te van reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?
Queridas hermanas
benedictinas y queridos hermanos todos:
¡Cuántos líos de
familia por razón de herencias ocurren en nuestra sociedad! Vemos en
el evangelio de hoy que a Jesús le piden que solucione uno. Jesús
se niega a meterse en el lío. Pero no se desentiende de la cuestión
y en vez de acceder directamente a su petición, entra en las causas
profundas del problema y ofrece una enseñanza que viene a sanar de
raíz los conflictos de herencias y otros muchos problemas.
En la parábola del
hombre rico que, satisfecho y orgulloso, construye almacenes grandes
para llenarlos de trigo y de otros bienes cosechados, Jesús no pone
el acento en los bienes, si son muchos o pocos o demasiados, Jesús
descalifica y trata de necio al hombre rico porque tiene puesta toda
su felicidad y toda su confianza en sus riquezas.
Riquezas materiales y
caducas, que por muchas que sean no pueden solucionarle el problema
básico de la vida.
La parábola de Jesús
es clarísima y convincente, todos la asentimos, porque refleja un
modo de pensar, de sentir y de entender la vida muy común,
enormemente generalizado, y del que quizás en alguna medida
participamos todos.
Jesús, en este caso,
no censura las riquezas, Jesús apunta al alma, al corazón. ¿Dónde
está tu corazón? ¿Qué es aquello que amas con toda tu alma?
“Donde está tu tesoro, allí está
tu corazón”.
Es legítimo y
necesario disponer de algunos bienes para tener un vida humana digna,
pero advierte del peligro que acecha al que tiene bienes materiales,
y deja ver la responsabilidad que implica adquirirlas y poseerlas.
Sobre todo, cuando sabemos que hay tantos seres humanos que no
disponen ni del más exiguo bien para vivir dignamente.
Los bienes materiales
no pueden ser tu ídolo, tu dios. “No
podéis servir a Dios y al dinero”.
Jesús es claro, directo y sin rodeos: -“Necio,
esta noche te van reclamar el alma, ¿de quién será lo que has
preparado?
Pongamos la atención
en la primera parte de esta frase: “Esta
noche te van a reclamar el alma…
Hermanos, ¿el dinero
resuelve el problema de la vida? A veces “escaqueamos” la
pregunta bromeando: “El dinero, decimos, no da la felicidad, pero
ayuda bastante”. Jesús dice: “Te van a reclamar el alma”.
Hermanos: se muere el cuerpo, pero, ¿se muere el alma? ¿Cómo hacer
para que el dinero me salve el alma? Muchos interrogantes, y muy
serios, para una mañana de verano.
San
Pablo en la segunda lectura nos ofrece una excelente respuesta a
estas preguntas: “Si habéis
resucitado con Cristo (por el bautismo), buscad los bienes de allá
arriba; … aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra….
“Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación,
la impureza, la codicia y la avaricia, que es una idolatría… Os
habéis revestido de la nueva condición… donde no hay griego y
judío…, esclavo o libre, sino Cristo, que lo es todo en todos”.
Termino con una oración
que hemos rezado en una de las misas de la pasada semana: “Oh
Dios, protector de los que en ti esperan, … multiplica en nosotros
los signos de tu misericordia, para que… de tal modo nos sirvamos
de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos”. Así
sea.