-Textos:
-Is
35, 1-6ª.10
-Sal
145, 6c-10
-St
5, 7-10
-Mt
11, 2-11
¿Eres
tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Nuestras
hermanas benedictinas nos han introducido en la eucaristía con una
agradable invitación a la alegría, un famoso canto gregoriano:
“Gaudete in Domino semper”, “Alegraos siempre en el Señor”.
En
este tiempo de adviento la Iglesia nos ha recomendado para preparar
la venida del Señor en Navidad intensificar la oración, practicar
la austeridad y la penitencia y conformar más coherentemente nuestra
vida con la voluntad de Dios y con el amor al prójimo.
La
Iglesia supone que estamos cumpliendo estas recomendaciones que nos
someten a un plan de vida un tanto duro y sacrificado. Por eso hoy,
en este domingo, nos propone que descansemos un poco de ese programa
de vida exigente, y nos recomienda un día más relajado, para estar
en forma a la hora de entrar en el sprint final previo a la Navidad.
Por
eso ha comenzado la eucaristía con este canto: “Gaudete in Domino
semper”, “Alegraos siempre en el Señor”. Nos invita a la
alegría , y al mismo tiempo, nos dice claramente donde podemos
encontrar la verdadera alegría: “en
el Señor”.
Y luego insiste y da la razón: “De
nuevo os digo: estad alegres. El Señor está cerca”.
Así
hemos comenzado la eucaristía, pero el evangelio nos introduce en el
corazón mismo del adviento con una pregunta que Juan el Bautista
mandó que sus discípulos hicieran a Jesús y que nosotros hoy la
hacemos nuestra, porque a nosotros también nos intriga: “Eres
tú, Jesús, el que tiene que venir o hemos de esperar a otro?
“¿Eres tú, Jesús, el prometido y el enviado por Dios, para
salvar este mundo, o hemos de esperar a otro?” ¿Eres tú, Jesús?
Las revistas, los medios de comunicación dedican grandes titulares a
investigadores, a dirigentes de empresas supranacionales, a políticos
que prometen cumplir los sueños de todos… muchos y muchas,
jóvenes, especialmente esperan a los avances técnicos siempre
novedosos y más completos…
“Eres
tú, Jesús, el que tiene que venir o hemos de esperar a otro?“
Y Jesús nos responde:
“Id y anunciad lo que estáis viendo: los ciegos ven y los cojos
andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos
resucitan y los pobres quedan evangelizados. ¡Y bienaventurado el
que no se escandaliza de mí!” .
Si,
hermanas y hermanos todos: Esto dijo Jesús a los discípulos de Juan
y esto está haciendo Jesús hoy, en el presente, ante nuestros ojos:
Y si no, comprobad: Qué hacen los misioneros y misioneras, que
continúan la misión de Jesús, cuando llegan a un pueblo pagano y
menos desarrollado? Es un ejemplo claro, pero muy sintomático.
Quien de verdad cree en Jesús y pone en práctica el evangelio, pone
a Dios en su vida, se hace el mismo más humano y humaniza a sus
prójimos y a la sociedad.
Los
seguidores de Jesús hemos de continuar su obra. Y, efectivamente,
del evangelio de Jesús brota el amor, el perdón, el impulso para
hacer la paz, luchar por la justicia, y mantener la fe en la vida
eterna, en la llegada del Reino de Dios, de un cielo nuevo y una
tierra nueva.
Sí,
Jesús es el que vino, el que ha de venir y el que está viniendo.
Termino
con palabras de la primera lectura: “Fortaleced
la manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes, decid a los
inquietos: “Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí a vuestro Dios!
Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona, no
temáis.