-Textos:
-Is
49, 3. 5-6
-Sal
30, 2 y 4ab.7-10
-1
Co 1, 1-3
-Jn
1, 29-34
“Yo
lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Ha
terminado el tiempo de Navidad, y la liturgia de la Iglesia nos
invita a entrar en el tiempo que llama ordinario, una nueva etapa en
el curso de fe y vida que nos propone la madre Iglesia a través de
la liturgia.
Y
para empezar, este domingo nos propone escuchar a san Juan Bautista.
San Juan Bautista ocupa un lugar providencial y muy importante en la
historia de la salvación. Sus contemporáneos llegaron a creer que
él era el Mesías, Dios le encomendó la misión de preparar los
caminos del Señor; es, después de la Virgen María, el mejor guía
para conducirnos al encuentro con Jesús y disponernos a creer en él.
Del
Bautista podemos tomar en cuenta hoy dos cosas: su ejemplo y su
mensaje:
Juan
el Bautista nos da, en primer lugar, ejemplo de humildad: “Tras
de mí viene un hombre que está delante de mí”.
Su humildad da lugar a que pongamos nuestra atención en Jesús y no
en él.
Una
buena lección para nosotros, los sacerdotes y ministros de la
palabra de Dios: no valernos de la predicación para nuestro provecho
personal o nuestro prestigio. Y una gran lección también para
todos: la humildad es la verdad, y la verdad es que nosotros, todos,
somos criaturas de Dios, no somos dioses, somos criaturas de Dios. De
Dios nos viene la vida. Y en la medida que vivimos conforme a la
voluntad de Dios, nosotros nos realizamos como personas y alcanzamos
la felicidad. Por eso, la humildad es la mejor disposición para
alcanzar la fe. La soberbia es el mayor obstáculo para la fe, la
humildad, el mejor modo de alcanzarla y acrecentarla.
Además
de humildad, el Bautista nos da ejemplo de cómo vivir y dar
testimonio de nuestra fe: “Yo
lo he visto y he dado testimonio”.
La fe es un don de Dios, cierto, pero la fe es también transmitida,
y es misión de los creyentes. Para transmitir la fe a los hijos, a
los jóvenes y a los adultos, la mejor y más eficaz manera, sin
duda, es el testimonio de una fe verdaderamente vivida, que puede
decir, como el Bautista: “Y
yo lo he visto”,
es decir: tengo trato con él, Jesús es mi consejero, mi amigo y
confidente, mi fuerza y mi orientador.
Hemos
dicho que del Bautista tenemos que recoger también su mensaje: Y
¿cuál es su mensaje? – “Yo
lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”.
El
Bautista hoy nos deja a los pies de Jesús. Al comenzar este nuevo
tiempo litúrgico, llamado ordinario, este curso largo pero vital
para vivir como cristianos, que son la Palabra de Dios y la
eucaristía de cada domingo, san Juan Bautista reclama nuestra
atención y nos dice: “Este
es el Hijo de Dios”. Seguidle
y escuchadle.