-Textos:
-Is
9, 1-4
-Sal
26, 1. 4. 13-14
-1
Co 1, 10-13. 17
-Mt
4, 12-23
“Convertíos,
porque está cerca el Reino de Dios”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Una
buena noticia, una palabra de aliento hemos escuchado en la primera
lectura: “El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande”.
Vivimos
en un mundo, “cargado de gozos y esperanzas, de tristeza y
angustias”, nos dijo el Concilio, la primera lectura también habla
de luces y sombras: “El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande”.
La
luz grande que aparece hoy entre nosotros es Jesucristo. Jesucristo
es luz del mundo, es “el camino, la verdad y la vida”. La
celebración de esta mañana es una invitación apremiante a creer en
Jesús y a escuchar su mensaje.
Jesucristo
nos dice a todos: “Convertíos,
porque está cerca el Reino de Dios”. ¿Qué
quiere decir “Reino de Dios”?. Jesucristo nos está diciendo que
hay un plan de Dios para sacar a este mundo del dolor, del
sufrimiento, del pecado, de la muerte y de la desesperanza. Él, su
persona, es el Reino de Dios. Dios Padre y Creador irrumpe en el
mundo con un amor que nadie podía imaginar que pudiera llegar a
tanto; un amor extremo, que queda manifiesto al darnos a su propio
Hijo, que viene del cielo, se encarna en el barro de este mundo y
llega hasta dar la vida por nosotros; nos libra del pecado de la
muerte, y nos abre a la esperanza de una vida plena, feliz y para
siempre con Dios.
Quien
se entusiasma y se deja seducir por este proyecto de Dios, acepta la
voluntad de Dios en su vida, cumple los mandamientos de Dios, acepta
la Bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres, bienaventurados los
limpios de corazón, bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia”. Quien queda ganado por el proyecto del Reino de Dios
confía en la misericordia de Dios, perdona a los enemigos, ama al
prójimo como a sí mismo, tiene a los pobres por preferidos, atiende
a los enfermos, encuentra su felicidad en hacer felices a los demás.
En una palabra, el evangelio de Jesús es el proyecto de Dios para
salvar el mundo.
Jesús
nos dice que ese proyecto “está cerca”, está a nuestro
alcance, porque él, Jesucristo, nos lo propone, y además, si
creemos en él, él nos da fuerza y se ofrece como compañero y
ayuda para que lo podamos cumplir ese proyecto y beneficiarnos de él.
Merece
la pena, hermanas y hermanos todos, que escuchemos esta mañana la
llamada de Jesús: “Convertíos,
porque el Reino de Dios está cerca”.
Y
después de hacernos esta recomendación, Jesucristo nos dice: Venid
en pos de mí y os haré pescadores de hombres”.
Jesús
nos invita a entrar en el Reino de Dios y además nos invita a
propagarlo. Jesús confía en nosotros y nos confía una tarea
preciosa, noble y enormemente humanizadora. Los que quedamos
entusiasmados con el proyecto de Dios para los hombres,
necesariamente quedamos convocados a extender este Reino. ¿Qué
podemos hacer? ¿Qué quiere Jesucristo que hagamos? Una propuesta
oportuna nos ofrece san Pablo en la segunda lectura. Viene muy bien
como propósito al final del Octavario por la unión de los
cristianos, que clausurábamos ayer: “Os
ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis
todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien
unidos con un mismo pensar y un mismo sentir”. Así
sea..