-Textos:
-Is
55, 1-3
-Sal
144, 8-9. 15-18
-Ro
8, 35. 37-39
-Mt
14, 13-21
“Dadles
vosotros de comer”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Hoy,
domingo, queremos escuchar la palabra de Dios.
La
escena del evangelio nos sugiere muchas enseñanzas. La gente
sencilla busca a Jesús, Jesús se compadece de la gente. Recojamos
este dato, Jesús siente compasión de la gente, sintoniza con sus
sentimientos y con sus necesidades; su compasión le lleva a la
acción, no se queda en puro sentimiento, y cura a los enfermos que
se le presentan.
Se
hace tarde y los discípulos le dicen que conviene despedir a la
multitud porque tienen que buscar comida y alimentarse. Jesús
responde: “Dadles
vosotros de comer”. Los
discípulos piensan que Jesús ya ha cumplido con la gente, y ellos
también. Ahora, cada uno a lo suyo. Pero Jesús no piensa así. La
gente tiene hambre, tiene enfermos, está necesitada. Y vosotros
discípulos míos no podéis limitaros a cumplir y desentenderos de
esta gente necesitada. Nosotros no somos ajenos a las necesidades de
nuestros prójimos. Ya veis, yo me implico en su necesidad y en sus
sufrimientos. Vosotros también debéis implicaros, son vuestros
prójimos. “Dadles
vosotros de comer”.
Los
discípulos no esperaban esa respuesta que les complica la vida. Y se
excusan, solo tienen un poco comida.
Para
Jesús está respuesta no es excusa suficiente. Viene a decidles:
“Vosotros dad lo que tenéis. Es poco, no importa. Ante tu prójimo
necesitado, comparte lo que tienes. Y da lugar a que Dios ponga lo
demás. Dios quiere contar contigo para satisfacer las necesidades de
sus hijos, que son tus prójimos. Tú tienes que compartir con Dios
la tarea de atender a las necesidades de tus hermanos. Nada de tus
prójimos debes considerarlo ajeno a ti. Pon lo que tienes, poco o
mucho y colabora conmigo en aliviar el dolor, la pobreza, la
necesidad de tus hermanos, los hombres.
Los
discípulos pusieron de su parte lo poco que tenían y Jesús hizo el
milagro. La multitud sació su hambre y hasta sobró comida.
Pensemos
ahora nosotros: ¿Cuáles serán los sentimientos de Jesús ante la
pandemia que está sufriendo la humanidad entera? ¡Qué tentación
de liberarnos de responsabilidades! Con tal de que no me toque a mí…
Jesús claramente nos está diciendo que no. Todos somos responsables
y todos debemos aportar lo poco o mucho que podemos aportar: “Dadles
vosotros de comer”.
Esta consigna de Jesús es para todos, para los jóvenes y para todo
el mundo.
Pero
saquemos una enseñanza más de este milagro de Jesús. Jesús no se
conforma sólo con curar el hambre, la enfermedad material, Jesús
quiere saciar también el hambre y la enfermedad espiritual. Para
eso, Jesús no solo multiplica el pan y los peces, sino que además
hace el milagro de la eucaristía.
Fijaos
bien que Jesús para hacer este milagro hace los gestos que hizo en
la última cena: “Alzó
los ojos al cielo, pronunció la bendición y partió los panes”.
Jesús se preocupa del cuerpo y del alma, del hombre entero, que
necesita alimento material y necesita de Dios. La fe en Dios, la
ayuda de Dios y el amor que queda patente en la eucaristía son
necesarios para vencer todo egoísmo, y toda irresponsabilidad en
esta situación de pandemia y en toda situación de necesidad y
peligro que sufrimos permanentemente los hombres.