sábado, 15 de agosto de 2020

FESTIVIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA


-Textos:

       -Ap 11, 19ª; 12, 1. 3-6. 10ab
       -Sal, 44, 10-12ab. 16
       -1Co 15, 20-27ª
       -Lc 1, 39-56


Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador porque ha mirado la humillación de su esclava”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

También a nosotros hoy se nos alegra el alma y el espíritu. Amamos a la Virgen, es nuestra madre del cielo, y verla así, tan elevada y ensalzada, nos llena de alegría.

Ella, nuestra Madre del cielo, también hoy, esta mañana, se siente alegre y contenta. No nos cabe la menor duda, vive aquella alegría que cantó y manifestó hace más de dos mil años en casa de su prima Isabel.

Necesitamos alegría, necesitamos poder con fundamento y buenas razones mirar al futuro con esperanza. La Virgen María, canta, nos canta, desde el cielo esta mañana, un cántico de esperanza.

El Magnificat de María es un canto a la esperanza.

Necesitamos escuchar palabras esperanzadoras, y necesitamos sobre todo sentir esperanza, vivirla realmente en nosotros y trasmitirla a los demás.

La pandemia y todas sus consecuencias nos llenan de incertidumbre sobre el futuro. Nosotros creyentes sufrimos viendo cuantos abandonan las prácticas religiosas, cuántos viven como si Dios no existiera. Y por más que se habla y se buscan remedios, persisten en el mundo el hambre, las injusticias y los abusos contra los derechos humanos.

Pero nuestro querido papa Francisco comentando el “Magnificat” del evangelio de hoy, nos dice que precisamente en los momentos difíciles, en las situaciones dolorosas, allí donde se aparecen el dolor y la cruz, es especialmente saludable invocar a Dios e impregnarnos del espíritu de María, y de su cántico de esperanza. Dice el papa: “Donde está la cruz, para nosotros cristianos, está la esperanza, siempre. Si no está la esperanza nosotros no somos cristianos.

Y continúa el papa: ¡Que no nos roben la esperanza, porque esta fuerza es una gracia, un don de Dios que nos lleva adelante mirando el cielo! Esperanza es la virtud del que experimentando el conflicto, la lucha cotidiana entre la vida y la muerte. Es la virtud del que cree en la resurrección de Cristo, en la victoria del amor.

María dice: "Proclama mi alma la grandeza del Señor". Y María está siempre allí, cercana a esas comunidades que sufren, a esos hermanos nuestros, camina con ellos, sufre con ellos, y canta con ellos el Magnificat de la esperanza. Y canta con nosotros en estos momentos de pandemia.

Queridos hermanos y hermanas, “con María, que está en los cielos, y por Cristo, con él y en él, sea nuestra eucaristía una súplica a Dios y un cántico de esperanza.