-Textos:
- 2Sam 7, 4-5ª. 12-14ª
-Sal 88
-Ro 4, 13. 16-18. 22
-Mt 16. 18-21. 24ª
“Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza”
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Festividad de San José y “Día del Seminario”:
Hace 150 años, el papa Pio IX declaró a San José patrón de la Iglesia católica. Es decir, San José custodio de la Iglesia. El año 1963, el papa San Juan XXIII, introdujo a San José en el canon (plegaria) de la misa católica, el papa Francisco ha declarado el presente año 2021 “Año” de San José.
El pueblo cristiano desde hace muchos siglos ha profesado una gran devoción a San José. Recordemos todos, la devoción tan grande que Santa Teresa de Jesús le profesaba. En el siglo XX han sido los papas y los estudios bíblicos y teológicos los que han dado sólidos argumentos a esta devoción.
Este año el lema elegido para la Campaña del “Día del Seminario” es “Padre y hermano como San José”. Es decir, el sacerdote debe ser en su vida y en su trabajo pastoral padre y hermano como San José.
Podríamos preguntarnos por qué a San José lo veneramos con este título tan digno y también tan amable de “Custodio de la Iglesia, y hoy podemos decir también, custodios de los seminarios, de los seminaristas y de los formadores del seminario. San Juan Pablo II explica: Dios puso en manos de San José a María y a Jesús, dándole la misión de cuidarlos y protegerlos.
¿Y por qué, patrón de los seminaristas?
Cada seminario quiere ser, a imitación del hogar de Nazaret, un lugar donde se cuide y haga crecer el don de la vocación al sacerdocio. Por eso, podemos considerarlo patrón y modelo de los seminaristas y también de los formadores de seminarios.
Mucho podemos aprender de San José todos los cristianos, aun cuando no seamos ni seminaristas ni formadores de sacerdotes.
San Pablo en la epístola subraya una frase que retrata a San José y es para nosotros un consejo sumamente necesario:-“Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza”.
Hoy en la Iglesia y en la diócesis somos conscientes de la necesidad de sacerdotes. No sé si nos demos cuenta de la necesidad que tienen los seminaristas, de ayuda y apoyo para perseverar en su vocación. Mirad el ambiente en que se mueven la mayoría de los jóvenes: cómo miran a los que dicen ser creyentes y cristianos, y nos damos cuenta de cuanta fuerza espiritual y vocacional necesita un seminarista para, en ese ambiente, seguir la llamada de Jesús.
Sí, hermanos y hermanas: tal como está la Iglesia necesitada de sacerdotes y de sacerdotes santos, y por lo tanto, de santos y sabios formadores, hoy, si somos mínimamente responsables de nuestra iglesia, necesitamos esperanza. Esperanza “contra toda esperanza”, es decir: esperanza que nos lleva a confiar en Dios, a comprometernos. ¿Cómo?: Oración a Dios y a San José; más importante, comprometernos a crear un ambiente donde los jóvenes puedan percibir que ser sacerdote es una de las más grandes, nobles y dignas opciones que se puede hacer en este mundo, en nuestra Iglesia, y para bien de nuestra sociedad.