-Textos:
-Prov 2, 1-9
-Sal 33, 2-11
-Ef 4, 1-6
Hoy,
domingo, es también la fiesta de San Benito, Padre de las benedictinas y
benedictinos y Patrono de Europa. Al hallarnos en un monasterio benedictino,
prevalece la importancia de la fiesta de San Benito, sobre en la celebración
del domingo, día del Señor.
Leo
literalmente lo que el misal dice como
introducción a esta fiesta:
“Celebramos
hoy la fiesta de San Benito, abad, patrono de Europa, que nació en Nursia
(Italia), abrazó la vida eremítica en la región de Subiaco, donde pronto se vio
rodeado de muchos discípulos.
Pasado un
tiempo se trasladó a Casino, donde fundó el célebre monasterio y escribió una
Regla, que se propagó de tal modo por todas partes, que por ella ha merecido
ser llamado “Patriarca de los monjes de Occidente”. Murió, según la tradición
el 21 de Marzo del año 547.
El papa
Pablo VI lo proclamó Patrono de Europa, teniendo en cuenta que los monjes
benedictinos, durante siglos, llevaron a cabo la silenciosa y paciente tarea de la evangelización de los
pueblos bárbaros, que en su día se asentaron en
la Europa Occidental.
Con el evangelio, supieron llevarles también la cultura en todas sus dimensiones: desde el cultivo del campo, la agricultura, hasta las letras escuelas y universidades, y la convivencia ciudadana, es decir, una comunión de pensamiento y de valores morales.
Permitidme ahora una breve consideración sacada de las lecturas de la misa que estamos celebrando:
Hemos
escuchado en la primera lectura: “Hijo
mío, si prestas oído a la sabiduría…”. La sabiduría es el arte de saber
vivir, de vivir bien con Dios y con el prójimo.
¿Y qué
podemos hacer para vivir bien y según Dios? San Pablo, en la segunda lectura
nos propone: “Os ruego que andéis
como pide la vocación a la que habéis
sido convocados: Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos
mutuamente con amor.
Y para
poder cumplir un programa tan hermoso y tan convincente, San Pablo nos recuerda
que todos los que creemos en Jesús y hemos recibido la vocación bautismal
formamos un solo Cuerpo, tenemos un mismo Espíritu y participamos de una misma
esperanza. Dice literalmente: “Un Señor,
una fe, y un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por
medio de todos y está en todos”.
Este es el
espíritu, la filosofía y la manera de entender la vida que han propagado y
vienen propagando los benedictinos y las benedictinas por toda Europa y por el
mundo entero.
Agradezcamos
su testimonio, roguemos por ellos, especialmente por esta comunidad que nos
acoge, y pongamos en práctica sus enseñanzas.