-Textos:
-Sab 7, 7-11
-Sal 89, 12-17
-Heb 4, 12-13
-Mc 10, 17-30
¿Qué haré para heredar la vida eterna?
Queridas
hermanas benedictinas y queridos y queridos hermanos todos:
¿Pensamos en
la vida eterna? Hoy en día, creo que la gente piensa cada vez menos en la vida
eterna. Y si le pasa por la mente ese pensamiento, procura quitárselo inmediatamente de la cabeza. “Nadie ha vuelto
de allá”, se dicen, “Vete a saber”. Y vuelven a
sus preocupaciones de cada día, y a sus sueños y deseos; que suelen
rondar todos en torno al dinero, como solución, al menos inmediata, a la
mayoría de sus problemas.
Nosotros,
¿dónde nos situamos? Pensamos en Dios, sí, y quizás también en la muerte. Pero
también en el dinero. Porque sin él, decimos, no se puede vivir.
Pero,
¿pensamos en la vida eterna? Yo miro a este hombre rico del evangelio. Era buen
practicante de la religión, cumplía los mandamientos, tenía dinero, y, sin
embargo, no estaba satisfecho sentía
algo por dentro, echaba en falta algo, buscaba…
O quizás, al
oír hablar de Jesús, se le movió algo por dentro y se sintió tocado. Sus muchas
riquezas no habían logrado apagar sus inquietudes más fundamentales, el más
allá de la muerte, la vida eterna.
Y nosotros,
¿cómo andamos? Porque creo que somos
bastante ricos, estamos ricamente establecidos en una cierta comodidad, y
bastante bien asegurados los días que nos quedan por vivir.
Jesús le
dice a este hombre que le falta algo. Y fijémonos, no se refiere al dinero,
sino a los mandamientos. Este hombre cumple los mandamientos, y le falta algo.
¿No os sentís implicados y afectados por
esa situación? Nosotros cumplimos más o
menos con los mandamientos de la Ley de Dios, y también, con los de la Iglesia.
Jesús nos dice hoy, a nosotros: “Te falta algo”.
Pero,
perdonadme, me he saltado un detalle importante en este evangelio que dice: “Jesús se le quedó mirando con cariño”. Jesús, esta
mañana, a cada uno de nosotros, nos mira con cariño. Es importante, hagamos
oración pensando en estas palabras de Jesús dirigidas a mí.
Si me dejo
tocar afectivamente por esta mirada de Jesús, quizás, podré sobreponerme al
susto y al escándalo que provocan las siguientes palabras de Jesús: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes,
dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego
sígueme”.
Lo que nos
espanta es dar todo el dinero. Pero, lo importante es que pongamos primero la
atención en la segunda parte de la frase: “Y
luego, sígueme, porque así tendrás un tesoro en el cielo”. En Jesús está la
verdadera sabiduría, ¡Él es la Sabiduría de Dios encarnada! Es “el camino, la verdad y la vida”, “quien le
sigue no anda en tinieblas”.
Jesús, lo
dice este evangelio, nos pide mucho: darlo todo, pero nos da mucho más: Nos
invita a seguirle, a estar con él, nos introduce en el círculo de sus amigos,
cuenta con nosotros para su gran proyecto: Ir por todo el mundo y anunciar el
evangelio.
Queridos
hermanos y hermanas: Aquel hombre se marchó triste,
porque era muy rico…, ¿y nosotros?