-Textos:
-Da 12, 1-3
-Sal 15, 5. 8-11
-Heb 10, 11-14. 18
-Mc 13, 24-32
“Entonces verán venir al Hijo
del Hombre sobre las nubes con gran poder y gloria”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
“Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran
poder y gloria”.
Esta es la frase a la que debemos prestar toda la atención, porque es el
mensaje central de la palabra de Dios hoy en la liturgia.
El
acontecimiento es importantísimo, extraordinario, y va a suceder: “Jesucristo vendrá, ayudado de sus ángeles y
reunirá, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo, a todos los
elegidos”. Es decir, a todos cuantos han cumplido los mandamientos de Dios,
han seguido a Jesús y han vivido conforme a sus enseñanzas.
El
evangelio de san Mateo dice que “el Hijo
del Hombre, (Jesús), vendrá con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y
entonces pagará a cada uno según su conducta”. Y el credo, que rezamos en
la misa, dice que “vendrá a juzgar a vivos y muertos”.
Pero esta
verdad de nuestra fe no es una verdad amenazadora y temible, sino todo lo
contrario, es una verdad iluminadora, que llena de sentido nuestra vida
presente y nos permite mirar al futuro con una firme y consoladora esperanza.
Mucha gente
rechaza pensar en estos temas quizás porque estas verdades vienen en el
evangelio envueltas en un lenguaje enigmático y también amenazador. En realidad
es un lenguaje metafórico que no debe distraernos de lo esencial que es dar
ánimos y alentar la esperanza.
Hay otros
que no quieren saber de estos temas, porque dicen
que no son afirmaciones que se ven y se palpan, y que se vive más tranquilo sin
pensar en ellas.
¿Pero puede
haber algo más tranquilizador que saber por qué vivir, por qué amar, por qué esperar,
por qué luchar?
La venida
última de Jesucristo, que se nos dice que será triunfal, realmente triunfal, nos
asegura que al final de la vida, al final de la historia y del mundo lo que
triunfa es el amor: amor a Dios y amor al prójimo, servir por amor, ayudar
efectivamente al pobre, al enfermo, al hambriento…, esto triunfará por encima
del abuso de poder, de las injusticias y de las violaciones contra la dignidad
de las personas, y contra la creación entera.
El
Apocalipsis, el último libro de la Biblia,
anuncia: “Un cielo nuevo y una tierra nueva preparados para acoger a la “Ciudad santa, es decir, a la nueva
Jerusalén, que desciende del cielo... la morada de Dios entre los hombres…
ellos serán su pueblo, y “Dios con ellos” será su Dios. Y Dios enjugará las
lágrimas de todos los rostros, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni
dolor, porque el primer mundo ha desaparecido… Y dijo Dios que está en su
trono: “Mira, hago nuevas todas las cosas”.
Hermanas, hermanos todos: despertemos a la
esperanza cierta de nuestra fe. Nos sobran motivos.