-Textos:
-Ex 3, 1-8a. 13-15
-Sal 102, 1b-4. 6-8. 11
-1 Co 10, 1-6. 10-12
-Lc 13, 1-9
“Señor,
déjala todavía este año… a ver si da fruto en adelante”.
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Estamos en
tiempo de cuaresma; hoy también celebramos el “Día del seminario”. Un motivo y
otro nos llaman a la conversión, al cambio de vida. Alguno podrá decir: ¿Cambio
de vida? Eso es lo que vamos a tener que
hacer, queramos o no queramos: La irracional guerra en Ucrania, la subida de
los carburantes, la huelga de transportistas, el desabastecimiento en los mercados… Si todo esto no se acaba
pronto, no tendremos más remedio que cambiar de vida.
Pero se puede
cambiar de vida por necesidad, o se puede cambiar de vida con cabeza; alguno
quizás se cierre en sí mismo, pretenda bastarse a sí mismo y desentenderse de
los demás. Pero se puede también afrontar la situación serenamente y desde la
fe.
Los textos que
hemos escuchado en la palabra de esta celebración son extraordinariamente
oportunos e iluminadores para la circunstancia que estamos viviendo.
En la primera
lectura oímos a Dios mismo que le dice a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo, he oído sus quejas, conozco su
sufrimiento. He bajado a liberarlo…”. Hermanas y hermanos, Dios nuestro
Padre del cielo, es sensible, tremendamente sensible a lo que pasa en el mundo.
No sólo es sensible, sino que se
compromete a bajar, para liberarnos de nuestros sufrimientos. Y bajó. En
Cristo, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Sí, Dios, interviene
contando con la colaboración humana. Moisés, la Virgen María, y todos nosotros.-
Es importante tomar
nota y descubrir cómo es Dios, el Dios en el que creemos: Él se interesa y se
compromete fortísimamente ante las desgracias y los sufrimientos humanos.
Si repasamos el
evangelio, vemos que Jesús está muy al tanto, muy al día, de los
acontecimientos que pasan en la sociedad en la que vive. Los analiza y saca
consecuencias. Ante el grupo de galileos ejecutados por Pilatos, o ante el grupo de trabajadores
muertos en un accidente laboral, Él nos enseña que no debemos pensar que han
tenido esas desgracias por castigo de Dios o por ser pecadores. La consecuencia
que saca Jesús, y que nos dice que la tengamos en cuenta, es que esos acontecimientos
de actualidad son una llamada de Dios a la conversión. Tenemos que estar al día
de lo que pasa en nuestro mundo, interesarnos y sentirnos comprometidos y
entender que es Dios mismo el que nos está hablando a través de ellos, y nos dice
que salgamos de nuestro egoísmo y nos convirtamos al amor, a la ayuda y a la
colaboración posible. Dios, Jesucristo, se interesa por nosotros, nosotros,
creyentes y discípulos suyos, hemos de interesarnos por nuestros hermanos
prójimos. Es nuestra vocación, Dios nos habla y nos llama a través de los
acontecimientos.
Es motivo de
consuelo y esperanza cómo ha reaccionado gran parte de la sociedad ante los sucesos
trágicos consiguientes a la invasión de Ucrania. Ojalá no sea solo un momento
emocional fugaz y pasajero, sino que sea entendido como una llamada del mismo
Dios a ser y obrar como hermanos. Y ahora, ante la situación social que se está
creando, no caigamos en el egoísmo, sino que vengamos a ser todos hermanos de
nuestros prójimos.
Y permitidme
una mención del “Día del Seminario”. Nuestro señor arzobispo, D. Francisco,
ha repicado en la puerta de las
comunidades cristianas, las parroquias, y también, muy encarecidamente, a la
puerta de las familias, y evidentemente, ha querido repicar en el corazón los
jóvenes, a los que pide que se abran a la amistad personal y subyugante y
enriquecedora de Jesucristo.
Pidamos al
Señor, por intercesión de san José, que
sean muchos los jóvenes que
respondan con generosidad a la llamada
del Dueño de la mies.