domingo, 26 de junio de 2022

DOMINGO XIII,T.O (C)


 

-Textos:

            -1 Re 19, 16b. 19-21

            -Sal 15, 1b-2b. 5. 7-11

            -Ga 5, 1. 13-18

            -Lc 9, 51-62

 

 “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén… Te seguiré a donde quiera que vayas”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Domingo de verano, en el último domingo del mes de junio. Los estudiantes ya de vacaciones, el coronavirus no se va, pero tampoco frena la fiebre de salir de viaje; aunque haya que discurrir más para acomodarnos a las posibilidades económicas en estos tiempos de crisis.

 Acabamos de escuchar el evangelio correspondiente a la eucaristía de este domingo, nos cuenta San Lucas que, Jesús “tomó la decisión de ir a Jerusalén”. Pero también nos presenta unas personas que se siente llamadas por Jesús y a las que Jesús les dice lo que supone su llamada.

En la segunda lectura de hoy vemos que san Pablo también sintió poderosamente la llamada de Jesús. Una llamada que no le esclaviza, sino que le libera. “Para la libertad nos ha liberado Cristo… Hermanos, habéis sido llamados a la libertad. Ahora bien, no aprovechéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda ley se resume en una frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

San Pablo se encontró con Jesús y siente ese encuentro personal con Jesús una llamada a la libertad. ¡Cuánta atención debemos poner en esto! Seguir a Jesús es seguir un camino de libertad y hacia una libertad cada vez mayor. El secreto de esta libertad está en el amor. Porque hay caminos que en apariencia conducen a la libertad, pero en realidad nos hacen esclavos de los estímulos egoístas y mundanos de nuestro corazón. Pero hay un camino de libertad que alcanza verdaderamente la libertad: este camino es el amor. Pero no cualquier amor, sino un amor como el de Cristo, que dio la vida por nosotros, para librarnos de la esclavitud del pecado. “Sed esclavos unos de otros por amor”.

San Pablo nos ha dado la clave de por qué él y otros han querido seguir a Jesús. El encuentro con Jesús libera nuestra libertad, porque despierta en nosotros el verdadero amor.

Al comienzo del verano, pensando en fiestas y vacaciones, tengamos en cuenta el mensaje de las lecturas de hoy: Seguir a Jesús, hacer camino con él; es un camino hacia el verdadero amor y la verdadera libertad.

Muchos de nosotros podremos disponer en verano de un tiempo, de unos días diferentes a lo que es el ritmo ordinario del resto del año: Qué buena idea, por ejemplo, dedicar unos días al silencio, a la oración; facilitar un encuentro personal con Jesús que nos revele cuál es de verdad el secreto de la vida. Se puede pensar en un viaje a Tierra Santa o en el Camino de Santiago, pero no hace falta. Jesús nos sale al encuentro en la vida de cada día. Nuestra vida es el camino hacia Jerusalén, hacia el cielo, hacia el encuentro definitivo, pleno de felicidad con nuestro Padre Dios.

No tengamos miedo a hacer la experiencia de seguir a Jesús: Mirad con qué decisión y lucidez él toma la decisión de ira a Jerusalén. Es una decisión arriesgada, le puede costar la vida. Pero él es libre, porque ama con un amor infinito y único a su Padre Dios.

Esta mañana, Jesús nos llama a nosotros a hacer camino con él. Nos llama a la verdadera libertad. Porque nos llama a la más hermosa de las tareas que ofrece la vida, la tarea de amar; amar como él nos ama. Y para que podamos amar y ser libres de esta manera, mirad con cuanto amor nos sale al encuentro esta mañana, aquí, en la eucaristía.