-Textos:
-1
Re 19, 16b. 19-21
-Sal
15, 1b-2b. 5. 7-11
-Ga
5, 1. 13-18
-Lc
9, 51-62
“Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén… Te
seguiré a donde quiera que vayas”.
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos
todos:
Domingo de verano, en el último domingo del mes de
junio. Los estudiantes ya de vacaciones, el coronavirus no se va, pero tampoco
frena la fiebre de salir de viaje; aunque haya que discurrir más para
acomodarnos a las posibilidades económicas en estos tiempos de crisis.
Acabamos de
escuchar el evangelio correspondiente a la eucaristía de este domingo, nos
cuenta San Lucas que, Jesús “tomó la
decisión de ir a Jerusalén”. Pero también nos presenta unas personas que se
siente llamadas por Jesús y a las que Jesús les dice lo que supone su llamada.
En la segunda lectura de hoy vemos que san Pablo
también sintió poderosamente la llamada de Jesús. Una llamada que no le
esclaviza, sino que le libera. “Para la
libertad nos ha liberado Cristo… Hermanos, habéis sido llamados a la libertad.
Ahora bien, no aprovechéis la libertad como estímulo para la carne; al
contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda ley se resume en una frase: “Amarás a tu prójimo como a
ti mismo”.
San Pablo se encontró con Jesús y siente ese
encuentro personal con Jesús una llamada a la libertad. ¡Cuánta atención
debemos poner en esto! Seguir a Jesús es seguir un camino de libertad y hacia una
libertad cada vez mayor. El secreto de esta libertad está en el amor. Porque
hay caminos que en apariencia conducen a la libertad, pero en realidad nos
hacen esclavos de los estímulos egoístas y mundanos de nuestro corazón. Pero
hay un camino de libertad que alcanza verdaderamente la libertad: este camino
es el amor. Pero no cualquier amor, sino un amor como el de Cristo, que dio la
vida por nosotros, para librarnos de la esclavitud del pecado. “Sed esclavos unos de otros por amor”.
San Pablo nos ha dado la clave de por qué él y otros
han querido seguir a Jesús. El encuentro con Jesús libera nuestra libertad,
porque despierta en nosotros el verdadero amor.
Al comienzo del verano, pensando en fiestas y
vacaciones, tengamos en cuenta el mensaje de las lecturas de hoy: Seguir a
Jesús, hacer camino con él; es un camino hacia el verdadero amor y la verdadera
libertad.
Muchos de nosotros podremos disponer en verano de un
tiempo, de unos días diferentes a lo que es el ritmo ordinario del resto del
año: Qué buena idea, por ejemplo, dedicar unos días al silencio, a la oración;
facilitar un encuentro personal con Jesús que nos revele cuál es de verdad el
secreto de la vida. Se puede pensar en un viaje a Tierra Santa o en el Camino
de Santiago, pero no hace falta. Jesús nos sale al encuentro en la vida de cada
día. Nuestra vida es el camino hacia Jerusalén, hacia el cielo, hacia el
encuentro definitivo, pleno de felicidad con nuestro Padre Dios.
No tengamos miedo a hacer la experiencia de seguir a
Jesús: Mirad con qué decisión y lucidez él toma la decisión de ira a Jerusalén.
Es una decisión arriesgada, le puede costar la vida. Pero él es libre, porque
ama con un amor infinito y único a su Padre Dios.
Esta mañana, Jesús nos llama a nosotros a hacer
camino con él. Nos llama a la verdadera libertad. Porque nos llama a la más
hermosa de las tareas que ofrece la vida, la tarea de amar; amar como él nos
ama. Y para que podamos amar y ser libres de esta manera, mirad con cuanto amor
nos sale al encuentro esta mañana, aquí, en la eucaristía.