-Textos:
-Gn 18, 1-10ª
-Sal 14, 2-5
-Col 1, 24-28
-Lc 10, 38-42
“Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con
muchas cosas; solo una es necesaria”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
+Jesús en casa
de Marta y Maria; El evangelista Juan, nos dice que también estaba Lázaro.
Jesús en una casa, en una familia. En
medio de una familia. Marta ocupada en preparar la comida, María escuchando la
palabra de Jesús, Jesús enseñando, dando criterios.
Pero lo que
importa, Jesús en una casa, en un hogar, en una familia. ¿Qué presencia tiene
Jesús en nuestra casa? ¿Le invitamos a que entre? ¿Cómo lo hacemos? ¡Dichosa la
familia donde se vive, se palpa en el ambiente, se ve y se siente la presencia
de Jesús en medio de ella!
Vosotras,
queridas hermanas sois muy queridas por el Señor, sois privilegiadas: en
vuestra casa, y en la estancia más importante, tenéis a Jesús, al Señor, no
solo de visita, sino en presencia permanente. Presencia real y permanente.
Quizás algunos
o muchos de los que estamos aquí guardamos en la memoria, o incluso en el
presente, signos, acontecimientos, hechos que visibilizan la presencia de Dios,
de Jesucristo o de la Virgen Maria en el seno de nuestra familia, en nuestra
casa. El rosario, la lectura de la Palabra de Dios de cada día; el crucifijo
presidiendo la habitación, la imagen de la Virgen en la mesilla. Signos religiosos
que hacen pensar que Jesús, el Señor del cielo y de la tierra, vencedor de la
muerte y del pecado, es huésped presente en nuestra casa, lo hemos invitado y
está con nosotros, en familia. Como en casa de Marta María y Lázaro.
¿Qué podemos
hacer para que esta costumbre tan cristiana, continúe y siga viva entre
nosotros?
Y ahora, con
brevedad, vengamos a ver y escuchar la
conversación de Jesús con Marta y lo qué dice de María. A Marta que andaba muy
afanada con muchos servicios, no le dice que no sirva, le dice: “Andas inquieta con muchas cosas; sólo una
es necesaria”. Y refiriéndose a María, que estaba a los pies de Jesús, y
escuchaba su palabra, dice: “María ha
escogido la parte mejor, y no le será quitada”.
Jesús, no
reprocha a Marta, porque se cuida del
servicio y de atender a Jesús, el huésped amigo. Recordad el domingo pasado,
Jesús nos propone la ejemplar hospitalidad del Buen Samaritano y nos interpela
a todos con aquella frase: “Haz tú lo
mismo”-. Jesús a Marta le reprocha que se deje dominar por el agobio,
el afán de los muchos servicios, en definitiva, el activismo. Activismo que le
lleva a dejar de lado, o para más tarde, lo principal, que es escuchar a Jesús,
escuchar su palabra; que es, por cierto, el mejor obsequio y la mejor manera de
recibirlo como huésped.
Una pregunta
para terminar: ¿Qué centralidad ocupa en mi vida escuchar la palabra de Dios? Sentarme
con él, en casa, en la iglesia, en el campo…
Escuchar a
Jesús es acoger a Jesús, comulgar con él.