-Textos:
-IS.2, 1-5
-Sal.121, 1bc-2.4-9
-Rom.13, 11-14a
-Mt.24, 37-44
“Comportaos reconociendo el
momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño. Estad en vela…
y preparados”.
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
La primera consideración que me parece importante comunicaros es que
hoy comenzamos un tiempo especial de gracia de Dios. Desde el punto de vista
litúrgico y en orden a vivir y acrecentar nuestra vida de fe, tenemos que decir
que no todos los tiempos litúrgicos tiene la misma calidad y la misma densidad
de gracia de Dios. Tenemos tiempos
ordinarios y los tiempos fuertes, más ricos en gracia de Dios, debido a
las fiestas importantes y significativas que conmemoramos.
Tiempos fuerte decimos a la Navidad, tiempo del Nacimiento del Hijo de
Dios, tiempo de cuaresma, que nos ofrece
especialmente la gracia de la conversión, tiempo de pascua, que invita a recibir o a fortalecer la gracia del bautismo,
y tiempo de adviento, que podemos definir como tiempo de esperanza y tiempo que
nos prepara la Navidad.
Hoy, pues, comenzamos el tiempo de adviento, que nos prepara para la
navidad y aviva nuestra esperanza.
¿Cómo pensamos vivir la Navidad? ¿Cómo
la estamos preparando?
Estamos bajo los avisos constantes que suben los precios del mercado,
pero no los sueldos del trabajo. Habrá
que limitar los gastos, decimos. Pero la
Navidad, no se prepara principalmente desde las comidas extraordinarias y los
regalos posibles. Debería ser este un criterio de segundo orden. El criterio
primero y principal para un cristiano a la hora de preparar la Navidad debe
ser, sin duda alguna: la Palabra de Dios y el significado de las celebraciones litúrgicas
tan ricas e importantes a las que la Iglesia nos invita a participar.
Escuchemos palabras de Dios, que nos disponen para vivir la Navidad
con espíritu religioso y con fe: El primero san Pablo nos dice: “Daos cuenta del momento en que vivís; ya es
hora de despertar del sueño… “Porque
ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando vinimos a la
fe”. La salvación, la vida según la voluntad de Dios y con Dios. Vivir en
paz con Dios y con los hombres nuestros hermanos, la vida eterna. Ese es el
principal negocio que nos jugamos. Y para eso, una consigna repetida de un modo
u otro en este domingo: “Comportaos reconociendo
el momento en que vivís”, dice
San Pablo”. “Estad vosotros también
preparados”, dice Jesús.
El evangelio con ejemplos y comparaciones, repica con fuerza a las
puertas de nuestra conciencia cristiana y nos dice con seriedad:
Por eso
estad vosotros también preparados porque
a la hora que menos pensáis viene
el Hijo del Hombre” (dice
Jesús).
Y esta venida no tenemos por qué esperarla con miedo y temor, sino
todo lo contrario: Es Jesucristo quien vendrá a Juzgar. ¿Recordáis lo que nos
dijo?: “Que no tiemble vuestro corazón,
creed en Dios y creed en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias… ¿os
he dicho que voy a prepararos sitio?... Cuando vaya y os prepare sitio, volveré
y os llevaré conmigo”.
También San
Pablo nos dice hoy que nos preparemos:
S. Pablo, que escribió sus cartas hace casi dos mil años, parece que
conocía perfectamente las navidades de algunos, o muchos, de este siglo
veintiuno: “La noche está avanzada, el
día está cerca (dice): Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y
borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas ni envidias. Y por
fin la consigna final: “Revestíos de
Señor Jesucristo”.