-Textos:
-Is
11, 1-10
-Sal
71, 1-2. 7-8.12-13. 17
-Ro
15, 4-9
-Mt
3, 1-12
“Convertíos porque está cerca el Reino de los
cielos”.
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Convertíos: El evangelio de este domingo de adviento nos llama de manera apremiante a la conversión. Permitidme la pregunta, ¿estamos dispuestos a convertirnos? ¿Sentimos necesidad de convertirnos? ¿De qué o a qué tenemos que convertirnos en estos días de adviento previos a la Navidad?
San Juan bautista nos da el motivo: Porque el Reino
de Dios está cerca. ¿Qué es el Reino de Dios? El Reino de Dios quiere
decir que Dios está decidido a intervenir en este mundo, Dios va a pasar a los
hechos. Reino de Dios quiere decir Dios que viene a reordenar la marcha de este
mundo.
En la primera lectura el profeta Isaías ya adelanta
que Dios enviara a un Mesías. La situación de Israel en tiempos de Isaías era de
extrema pobreza y de debilidad, pero Dios es capaz y quiere que surja del
tronco seco de Jesé un brote nuevo y vigoroso.
Este enviado de Dios tiene una misión: Atenderá a
los pobres, la justicia y la lealtad serán los objetivos prioritarios de su
actuación. Pero, sobre todo, el fruto de su buen hacer será la paz. Lo dice con
metáforas sumamente ilustrativas: Habitará el lobo con el cordero, el ternero y
el león pacerán juntos, el niño de pecho retozará junto al escondrijo de la
serpiente, nadie causará daño ni estrago. Aquel día la raíz de Jesé, éste
enviado de Dios, será elevado como
enseña de los pueblos.
El profeta Isaías muestra con las características
más atractivas lo que va a ser el Reino
que Dios quiere implantar en este mundo, para que aceptemos la invitación a
entrar en él.
Juan el bautista, sin embargo, usa unos tonos mucho
más amenazantes y agresivos, para disponer a los hombres a entrar en el Reino,
es decir, a creer en el Mesías. Sin duda, porque tiene en la mente nuestra
dureza de corazón y lo fríos que están nuestros corazones.
Juan el Bautista, el Precursor, nos dice hoy a todos
nosotros frases como estas: “¡Raza de
víboras!, ¿quién os ha enseñado a
escapar del castigo inminente?... Todo árbol que no dé buen fruto será talado y
echado al fuego”. “Dad el fruto que pide la conversión y no os hagáis ilusiones”. “Preparad el
camino del Señor, allanad sus senderos”.
S. Pablo, en la segunda lectura, propone el programa
para el adviento, y si queréis, el programa del Reino de Dios de manera más positiva y amable. Él piensa en las comunidades
cristinas concretas que él ha fundado, y que nosotros podemos muy bien tener en
cuenta en las comunidades actuales en las que vivimos:
“Que el Dios de
la paciencia y del consuelo os conceda tener entre vosotros estos mismos
sentimientos”. Es decir, que en esta vida, tengamos paciencia y seamos consoladores de nuestros
hermanos y de nuestros prójimos.
Pero San Pablo nos propone dos consignas muy
importantes para convertirnos al Reino de Dios y recibir en Navidad al Mesías
enviado, a Jesús: Que os acerquéis al consuelo que dan las Escrituras, y que
vuestros sentimientos sean los sentimientos de Cristo Jesús.