domingo, 1 de enero de 2023

FIESTA DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

-Textos:

            -Num 6, 22-27

            -Sal 66, 2-3. 5-6 y 8

            -Ga 4, 4-7

            -Lc 2, 16-21

 “María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¡Feliz Año 2023! ¡Y  Bendita sea la Virgen María Madre de Dios! El día de Año Nuevo la liturgia de la Iglesia acumula varias conmemoraciones: La Circuncisión del Señor, la Jornada por la paz y la fiesta de Santa María Virgen y Madre de Dios.

Permitidme que comente, como primer motivo el de la fiesta de Santa María, Madre de Dios.

Este título que tiene la Virgen es el más grande y más digno y valioso de todos los que le reconoce la Iglesia a nuestra Madre del cielo, la Madre de Dios.

María es realmente Madre de Dios, porque es madre del Hijo de Dios, de la segunda persona de la Santísima Trinidad, que por designio divino aceptó hacerse hombre como nosotros, encarnarse y nacer de mujer, como nos ha dicho esta mañana San Pablo: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,… para que recibiéramos la adopción filial”.

Por milagro de Dios, con la gracia del Espíritu Santo, María Virgen concibe y da a luz a un hijo que ha gestado en su seno, y que es nada menos, que el Hijo de Dios. María es realmente Madre de Dios.

El pueblo cristiano desde muy pronto comenzó a venerar a María, precisamente con este título, Madre de Dios. Y cuando el Concilio de Éfeso en el siglo quinto, declaró solemnemente a María “Madre de Dios” provocó en la ciudad una manifestación y un regocijo popular indescriptibles.

Pero, como sabemos muy bien, la Madre de Jesucristo es Madre de Dios, y Madre nuestra. San Pablo ha terminado la epístola de hoy con estas palabras: Así que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo, también herederos por voluntad de Dios”. Somos hijos de Dios, y, por lo tanto, hijos de la Madre de Dios, la Virgen María.

Hacemos muy bien en reconocer e invocar a María como Madre nuestra. Cuando nos sentimos débiles, tentados, desorientados acudamos a María; para pedir o para dar gracias, en  la salud o en la enfermedad; en todo momento recemos a nuestra Madre del cielo, la Madre de Dios; recemos frecuentemente y con fe firme. San Bernardo en una preciosa y famosa oración dice: “Mira a María, invoca a María”. No es casualidad que la Iglesia haya dispuesto la fiesta de Santa María, Madre de Dios” en el primer día del año. Para animar a todos los cristianos a contar con la Virgen María en  todo momento.

Para terminar permitidme un tema distinto: en este día también celebramos la “Jornada por la paz”. Tenemos guerra en Europa, en Ucrania, pero hay guerras también en otras partes de nuestro mundo. Permitidme solo una palabra del papa Benedicto XVI, fallecido ayer, que tanto y tan bien nos ha orientado con su magistral sabiduría. Él ha hablado muchísimas veces sobre la paz y la guerra. Retengamos esta breve frase: “En primer lugar, la paz debe construirse en los corazones. Ahí es donde se desarrollan los sentimientos que pueden alimentarla o, por el contrario, aumentarla, debilitarla y ahogarla.

Hoy, singularmente pidamos por la paz a nuestra Madre del cielo y Madre de Dios, la Virgen María.