-Textos:
-Num 6, 22-27
-Sal 66, 2-3. 5-6 y 8
-Ga 4, 4-7
-Lc 2, 16-21
“María, por su parte,
conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
¡Feliz Año
2023! ¡Y Bendita sea la Virgen María
Madre de Dios! El día de Año Nuevo la liturgia de la Iglesia acumula varias
conmemoraciones: La Circuncisión del Señor, la Jornada por la paz y la fiesta
de Santa María Virgen y Madre de Dios.
Permitidme
que comente, como primer motivo el de la fiesta de Santa María, Madre de Dios.
Este título
que tiene la Virgen es el más grande y más digno y valioso de todos los que le
reconoce la Iglesia a nuestra Madre del cielo, la Madre de Dios.
María es
realmente Madre de Dios, porque es madre del Hijo de Dios, de la segunda
persona de la Santísima Trinidad, que por designio divino aceptó hacerse hombre
como nosotros, encarnarse y nacer de mujer, como nos ha dicho esta mañana San
Pablo: “Cuando llegó la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley,… para que
recibiéramos la adopción filial”.
Por milagro
de Dios, con la gracia del Espíritu Santo, María Virgen concibe y da a luz a un
hijo que ha gestado en su seno, y que es nada menos, que el Hijo de Dios. María
es realmente Madre de Dios.
El pueblo
cristiano desde muy pronto comenzó a venerar a María, precisamente con este
título, Madre de Dios. Y cuando el Concilio de Éfeso en el siglo quinto,
declaró solemnemente a María “Madre de Dios” provocó en la ciudad una
manifestación y un regocijo popular indescriptibles.
Pero, como
sabemos muy bien, la Madre de Jesucristo es Madre de Dios, y Madre nuestra. San
Pablo ha terminado la epístola de hoy con estas palabras: Así que ya no eres esclavo sino hijo; y si hijo, también herederos por
voluntad de Dios”. Somos hijos de Dios, y, por lo tanto, hijos de la Madre
de Dios, la Virgen María.
Hacemos muy
bien en reconocer e invocar a María como Madre nuestra. Cuando nos sentimos débiles,
tentados, desorientados acudamos a María; para pedir o para dar gracias,
en la salud o en la enfermedad; en todo
momento recemos a nuestra Madre del cielo, la Madre de Dios; recemos frecuentemente
y con fe firme. San Bernardo en una preciosa y famosa oración dice: “Mira a
María, invoca a María”. No es casualidad que la Iglesia haya dispuesto la
fiesta de Santa María, Madre de Dios” en el primer día del año. Para animar a
todos los cristianos a contar con la Virgen María en todo momento.
Para terminar
permitidme un tema distinto: en este día también celebramos la “Jornada por la
paz”. Tenemos guerra en Europa, en Ucrania, pero hay guerras también en otras
partes de nuestro mundo. Permitidme solo una palabra del papa Benedicto XVI,
fallecido ayer, que tanto y tan bien nos ha orientado con su magistral
sabiduría. Él ha hablado muchísimas veces sobre la paz y la guerra. Retengamos
esta breve frase: “En primer lugar, la paz debe construirse en los corazones.
Ahí es donde se desarrollan los sentimientos que pueden alimentarla o, por el
contrario, aumentarla, debilitarla y ahogarla.
Hoy,
singularmente pidamos por la paz a nuestra Madre del cielo y Madre de Dios, la
Virgen María.