-Textos:
-Ge 2, 7-9. 3, 1-7
-Sal 50
-Ro
5, 12-19
-Mt
4, 1-11
Jesús, movido
por el Espíritu se retiró al desierto para ser tentado por el diablo”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
¡Nosotros invitados
a ir al desierto, para estar con nosotros mismos y con Dios. Sí, y para
descubrir hasta qué punto el demonio y las inclinaciones a lo malo y al pecado
nos están trabajando por dentro. Te llevaré al desierto y te hablaré al corazón…, dice Oseas.
Adán y Eva
fueron tentados y cayeron en la tentación, nosotros, sin duda en algún momento nos hemos visto tentados y
hemos caído. La buena noticia de cuaresma es que Jesucristo fue tentado y
venció todas las tentaciones, las suyas y las nuestras, porque dio la vida por
amor y en cumplimiento de la voluntad de
Dios. Desde entonces, nosotros, si seguimos a Jesús y actuamos como él actuó,
también podemos vencer las múltiples tentaciones, que bajo capa de felicidad nos sobrevienen
continuamente. Aunque, en verdad, lo tenemos bien comprobado, en vez de
felicidad, nos provocan tristeza, desaliento y remordimiento. Pero hoy, al
comenzar la cuaresma no encontramos una noticia triste, sino ilusionante y
alegre: Cristo ha vencido el pecado la muerte, y ha demostrado poder suficiente
para vencer toda tentación al mal y a las inevitables malas consecuencias que
nos vienen del pecado.
Digámoslo de
nuevo: Somos hijos de Dios, la vida misma de Cristo resucitado y vencedor de la
muerte y del pecado, podemos con la gracia de Dios y la fuerza del Espíritu
Santo vencer las tentaciones en las que
tan a menudo y con tanta fuerza nos vemos metidos.
Todos tenemos
experiencia, las tentaciones del demonio contra Jesús, tienen nombre y son
tentaciones que de una u otra manera las padecemos todos en algún momento:
La primera habla de la tentación por la búsqueda afanosa de bienes materiales para tener mucho
y estar seguros u otros motivos. Es el señuelo del consumismo. Jesucristo nos
dice hoy: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”·. En vez de ropas, lujos y más artilugios en casa, la Palabra de
Dios, escuchar a Dios y rezar.
La segunda
habla del poder y la gloria: Esta
tentación nos puede llevar a la idolatría: Considerar a una u otra cosa, o
capricho y cosa que ha comprado el vecino, llamarlo dios y portador de la mayor
felicidad. Permitidme que os diga: No sé si nos afecta a nosotros, pero somos testigos
del drama de mucha gente que ha dejado de creer en Jesucristo y a cambio
consciente o inconscientemente ha comenzado a creer en cosas y situaciones , tomándolas como si
fueran un dios que las trae la máxima felicidad. La pena es que se desengañan,
pero no son capaces de reconocerlo.
La tercera
tentación es pedir que Jesús haga milagros, algún milagro para que la gente
increyente y para que nosotros mismos, creamos en él, y él se avenga a nuestras
dudas a nuestras necesidades. En el fondo es que en vez de entregarnos a Dios y
a su voluntad, que es el verdadero camino
para la felicidad, pretendemos que Dios se avenga a nuestros deseos y se someta
a nosotros. Jesús rechazó esta
tentación, porque sabe que el camino de la verdadera felicidad es la humildad
la atención a los humildes, es intentar una vez y todas las que haga falta la
voluntad de Dios: Al Señor, tu Dios adorarás y al Él solo servirás”. Este es el
camino para la verdadera felicidad.