-Texto:
-Mt 26, 14-27, 66
No puede ser más sorprendente y
llamativo el contraste entre la procesión inicial con los ramos, y el comienzo
mismo de la eucaristía, una vez llegados a la iglesia. Porque así es el
contraste ocurre en la primera celebración del misterio Pascual que comenzamos
precisamente ahora, cuya cumbre alcanzaremos el Sábado Santo por la noche,
cuando celebremos la Gran Vigilia Pascual.
Contraste fuerte y llamativo de victoria
y derrota, de vida y de muerte, de amor y de odio, de muerte y resurrección, pero
al final de victoria, vida y esperanza.
La proclamación de la Pasión, según
san Mateo que vamos a escuchar ahora es la más larga y también la más completa.
La escucharemos con atención, con calma y dejándonos impregnar del dolor, pero
sobre todo del amor, que queda patente en medio del sufrimiento y la muerte de
Jesús.
En
el fondo san Mateo nos quiere mostrar que en Jesús se cumplen las
promesas que Dios había hecho a lo largo del Antiguo Testamento. Por lo tanto,
la pasión, tal como ocurrió, demuestra que Jesús es de verdad el Mesías
Salvador, que realiza y cumple la salvación que Dios ha venido prometiendo al
pueblo de Israel y a la humanidad entera.
(Proclamación:)