domingo, 28 de mayo de 2023

DOMINGO DE PENTECOSTÉS (A)

 

-Textos:

            -Hch 2, 1-11

            -Sal 103, 10b. 24ac. 29b-31. 34

            -1 Co 12, 3b-7. 12-13

            -Jn 20, 19-23

“Paz a vosotros”.

-Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Un domingo especial, porque estamos en día de elecciones, pero para nosotros cristianos, más especial todavía porque celebramos la Pascua de Pentecostés. Pentecostés es colofón y fruto  bien granado de la Pascua. Jesús, antes de ascender al cielo prometió enviarlo varias veces. Hoy, a cincuenta días de la Pascua, cumple la promesa. Jesucristo resucitado es fiel, no nos deja solo, es fiel y cumple la promesa, y nos envía el Espíritu Santo, como fruto riquísimo y necesario, que nos libera de los pecados y nos da fuerza para caminar por el camino de la salvación y de nuestra felicidad.

Somos muchos los que encontramos una dificultad especial para relacionarnos con el Espíritu. Nos resulta más fácil relacionarnos con Dios Padre, y dirigirnos a Jesucristo. Sin embargo es muy provechoso para todos contar también con la ayuda del Espíritu Santo, porque cumple y complementa la gracia de Dios en  el alma.

S. Agustín dice que el Espíritu Santo es más íntimo que nuestra propia intimidad está tan cerca de nosotros que no es alguien con quien podamos estar frente a frente. Es aquella persona divina que  actúa en nosotros desde dentro de nosotros mismos. San Pablo  dice de él, a los corintios, que el Espíritu Santo es un Espíritu “sondeador”, porque pone en contacto la profundidad de Dios con nuestra propia profundidad. En otro lugar dice San Pablo: “El Espíritu se une a nuestro espíritu”. En definitiva es Dios mismo, que está en nuestro interior vivificándonos. Es una presencia que nos habita. No hay que buscar el Espíritu  frente a nosotros, sino en nosotros”

La Iglesia no se limita a explicar algo del Espíritu Santo con ideas y nociones más o menos claras. Ella, madre y maestra trata de enseñarnos a través de ejemplos, imágenes y metáforas: el fuego, la nube, el agua, la luz y otras más cercanas a la experiencia de nuestro vivir diario.

Se me ocurre hoy, en este domingo de elecciones, comentar unas palabras sobre la paloma como símbolo del Espíritu  Santo. San Lucas dice que “Jesús se bautizó y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo en forma de paloma y se  escuchó una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo querido mi predilecto”. Es la voz de Dios que quiere confirmar a Jesús  como su Hijo amado, como reconciliador entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres; y también, para proclamar que Jesús venía al mundo para cumplir una misión encomendada por su mismo Padre-Dios.

Pero Jesús mismo, no con palabras de su Padre, sino con palabras suyas propias, dice algo más: “ : “Cuando me vaya os enviaré el Espíritu. 

Este os  guiará a lo que vaya viniendo; os enseñará la verdad completa.