Textos:
-Ex 19, 2-6ª
-Sal 99, 1b. 3-5
-Ro 5, 6-12
-Mt 9, 36-10-8
“Al ver a las muchedumbres se compadecía de
ellas, porque estaba extenuadas y abandonadas, “como ovejas que no tienen
pastor”. Entonces dice: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos,
rogad, pues, al Señor de la mies que
envíe trabajadores a su mies”.
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Justo en este
domingo, que Jesús nos dice que los trabajadores son pocos, en nuestra Diócesis,
hoy a las seis de la tarde van a ser ordenados para ser sacerdotes siete
diáconos, número que no ha tenido lugar desde hace muchos años. Es un motivo de
alegría, y debemos dar gracias a Dios.
Pero permitidme
que ponga la atención en algo muy claro en el pensamiento y la misión de Jesús:
En el evangelio de hoy Jesús envía a la misión a un número reducido de
seguidores, a los Doce. Pero en otros lugares, invita a todos sus seguidores a
predicar el Reino. San Lucas dice: “El
Señor mandó a otros setenta y dos discípulos, y les decía: “La mies es
abundante…poneos en camino”. Al decir setenta y dos, quiere decir a todos
los discípulos. Toda la Iglesia, todos los bautizados tenemos la misión de
anunciar el evangelio: Jesucristo, las bienaventuranzas, las obras de
misericordia, el amor de Dios y el perdón.
Pero,
permitidme que pregunte, como me pregunto a mí mismo: ¿Sentimos la conmoción
que sentía Jesús al mirar las muchedumbres, al mirar el mundo en que vivimos?
Nos consideramos creyentes en Jesucristo. Pero creer, de verdad, nos han dicho
de muchas maneras los papas modernos, es
tener la experiencia de vivir una verdadera amistad con Jesucristo. Esta
experiencia da lugar a mirar como mira Jesús, a sentir como siente Jesús, a anunciar
el Reino con una e alegre y entusiasta.
Pero para
terminar, quiero ir al principio del evangelio de hoy: -“Jesús al ver a las muchedumbres se compadecía de ellas, porque estaba
extenuadas y abandonadas”. La biblia dice “se compadecía”, pero el verbo
literalmente dice más, dice “sentía conmoción en su propias entrañas”. Este es
el secreto del verdadero apóstol, del verdadero creyente. Mirar la situación de
nuestra sociedad, y poner la atención donde la pone Jesucristo: No creen en
Dios, viven como si Dios no existiera, parecen felices, pero están extenuadas y
abandonadas “como ovejas que no tienen pastor”, y dar lugar a que hasta
nuestras entrañas se conmocionen, porque no han descubierto la fe como una
verdadera amistad con Jesucristo.
Señor, dame la gracia de sentir una compasión como la tuya, que se me conmuevan las entrañas y que sea capaz de anunciar la fe con el ejemplo, con la palabra, con el entusiasmo de quien se conmueve como tú ante la gente, que no cree o que abandona la fe y no ha descubierto el amor de Dios y la amistad contigo.