domingo, 24 de septiembre de 2023

DOMINGO XXV T.O. (A)


-Textos:

            -Is 55, 6-9

            -Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18

            -Fi 1, 20c-24. 27ª

            -Mt 20, 11-15

 

 “Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de vuestros caminos”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

 

La parábola que acabamos de escuchar sobre el amo que envía jornaleros a su viña nos desconcierta, y casi nos escandaliza Nos parece que el amo de la viña, que representa a Dios Padre, hace una injusticia, o un agravio comparativo, al dar a los obreros  que no han trabajado en la viña poco más que una hora, lo mismo que a los que han estado trabajando de sol a sol, todo el día.

Jesús no quiere hablarnos de Justicia social, ni de normas laborales. Sino que va dirigida al fariseo legalista, que cree que porque cumple correctamente  todas las leyes de su religión ya tiene derecho a exigir a Dios que lo premie y le abra las puertas del cielo.

            En el fariseo, en la mentalidad farisea hay un espíritu mercantilista: “Do ut des” (te doy para que me des). También un orgullo notable: Yo, con mis fuerzas, con mis obras, soy capaz de alcanzar la vida eterna. Yo no pongo la confianza en Dios, en su amor y en su misericordia; yo me fío de mí y en mis obras.

San Juan en su evangelio nos escribe unas palabra conmovedoras en el diálogo de Jesús con Nicodemo: “-Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo, para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”.

Y Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo y topó con los fariseos. Por eso, además de la parábola de hoy, habló de  otras que insisten en lo mismo, tales como la del Hijo pródigo, y otra tan ilustrativas como la del “Fariseo y el publicano”, en la que Jesús se decanta tan claramente por la humildad del publicano y reprocha la autosuficiencia del fariseo.

Dios es amor, y es también  justicia, y también misericordia y santidad en grado infinito. Y porque es amor  infinito compatibiliza perfectamente misericordia y justicia. Cosa que a nosotros, que somos humanos, limitados y pecadores no logramos compatibilizar perfectamente una virtud y otra.

Por eso nos es tan importante la humildad, y tan perniciosos el orgullo y la autosuficiencia farisea, que perviven en la sociedad de hoy, como en la sociedad de los tiempos de Jesús.

La humildad nos lleva a confiar en Dios, a aceptar que “Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan sus caminos de los nuestros”,   a poner en práctica las enseñanzas de Jesús, y a imitar su vida: “Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”.