-Textos:
-Is
61, 1-2ª. 10-11
-Sal Lc 1, 46-50. 53-54
-Tes 5, 16-24
-Jn
1, 6-8. 19-28
¨Estad siempre alegres”
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Estad
siempre alegres, nos dice hoy la palabra de Dios. Y nosotros nos preguntamos,
¿cómo podremos estar alegres en medio de tantas preocupaciones, dolores y
disgustos que nos acosan cada día?
En nuestro
círculo personal y familiar y también en
el ámbito político y social: la pandemia del coronavirus, los proyectos de ley que se preparan para permitir la
eutanasia, las oleadas de emigrantes que
asaltan nuestras fronteras y comprometen nuestra seguridad y también nuestra
conciencia, y en el orden religioso, el dolor de tantos padres que ven cómo los
hijos y los nietos rechazan la iglesia y no quieren plantearse la fe cristiana que pueda dar sentido a sus
vidas…
¿Cómo poder
estar alegres, acosados por tantos
hechos que nos entristecen?
Vengamos
y escuchemos la palabra de Dios, no nos
quedemos escuchando solamente las noticias de los periódicos o de la
televisión. No habremos llegado al fondo de la verdad de las cosas, y a la
verdad de nuestra vida mientras nos proyectemos la luz de la palabra de Dios sobre
lo que estamos viviendo.
La palabra
de Dios esta mañana es una palabra de esperanza: “Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios…. Como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor
hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”. Y el papa
Francisco nos ha dicho: “Donde está Jesucristo siempre hay alegría”.
Jesucristo
es nuestra gran esperanza, Jesucristo es nuestra gran alegría.
Él nos
enseña a combatir el dolor y el sufrimiento con el amor y la solidaridad; nos
dice que hay una felicidad honda en
acoger al pobre, en facilitar trabajo al desempleado, en acompañar y ayudar el
enfermo, y al anciano y al desvalido. Jesucristo nos enseña que hay vida eterna
junto a Dios, y que ni el dolor ni la muerte tienen la última palabra; la
última palabra es el amor y el amor no pasa nunca, porque Dios es amor.
Jesucristo
nos trae y ofrece una filosofía de la vida muy diferente a la que se anuncia en
muchos círculos de pensamiento del mundo pagano que vivimos y que acaba proponiendo como soluciones para la
felicidad de los fuertes el aborto o la eutanasia.
Por eso,
Jesucristo es cada vez más esperanza y alegría de un mundo nuevo. Y por eso los seguidores de
Jesús, si de verdad seguimos su evangelio, somos cada vez más esperanza y alternativa
de un mundo nuevo y una tierra nueva.
En el
evangelio San Juan Bautista nos dice “Preparad
el camino al Señor”.
¿Qué podemos hacer? Escuchemos a San Pablo en su epístola: “Sed constantes en la oración,
dad gracias a Dios en toda ocasión… Examinadlo todo, quedaos con lo bueno… Que
el mismo Dios de la paz os santifique
totalmente”.
Así, con
este proyecto de vida, nos preparamos para una Navidad, a la que el
coronavirus, ni siquiera el dolor de no poder reunirnos con la familia como lo
hemos hecho otros años, nos van a quitar la alegría.