- Testos:
-3, Sam 3b-10. 19
-Sal 39, 2. 4bab. 7-9
-1Co 6, 13c-15ª. 17-20
-Jn1, 35-42
¿Qué buscáis?
Queridas
hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Permitidme una
palabra sobre este hermoso e interpelante evangelio de san Juan:
La primera es
la humildad de San Juan: Son sus queridos
discípulos, los que le siguen a él, y los
que él ha instruido y formado. Son dos
de su grupo de seguidores. Pero él sabe que Jesús es el Mesías enviado por
Dios: Y Juan el Bautista no duda, aun a riesgo de que sus queridos discípulos
se le vayan, él les señala a Jesús: Él es el cordero de Dios, el que viene a
Salvar el mundo de parte de Dios. Los dos discípulos dejan a Juan y se van con Jesús. Juan se
desprende de ellos. Humildad de Juan. En otro momento lo dirá claramente:
“Importa que Él crezca y que yo disminuya”.
Jesús les
pregunta: ¿Qué buscáis?”. La pregunta
es sumamente -oportuna para nosotros, los que estamos aquí. ¿Buscamos a Jesús?
¿Buscamos a Dios?
Hoy, lo vemos
todos, Parece que es una muchedumbre inmensa los que no se hacen esta pregunta,
viven tan tranquilos, como si Dios no existiera. “Dios nos ve”; “Le pedimos
cosas y no nos atiende”. Dios no existe. Las peticiones que le hacemos son la
demostración palpable de que necesitamos de Dios. Dejamos a Dios a un lado y
vamos hambrientos, insaciables a comprar cosas, a viajar a lugares los más
extraños y lejanos; sentimos sed, somos insaciables, sufrimos porque no podemos
comprar y tener lo que parece que tienen todos, lo que está de moda, lo que se
lleva. Y siempre con ganas, ganas de algo, no sabemos de qué.
Jesús, esta
mañana, como hace dos mil veinticuatro años, nos pregunta: “Qué buscáis? ¿Qué buscáis?”. –Es muy bueno, muy saludable para
centrarnos en la vida y serenarnos en
esta sociedad, pararnos, y en unos momentos u horas de silencio, dejar que
resuene la pregunta de Jesús, que nos la hace ahora, esta mañana, y en muchas
otras ocasiones: escuchar a Jesús que nos dice: ¿Qué buscáis? ¿Os basta con
ropas de vestir? ¿billetes de viaje, o cambiar de piso? Y más todavía: ¿Es
el sueldo escaso o incluso la falta de trabajo, el único problema? ¿“Que buscáis?.
Dios nos
reprocha y nos dice en boca de Jeremías: “Una
doble maldad ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí fuente de agua viva, y
se cavaron aljibes, aljibes agrietados que no retienen el agua” El salmo 42,
tan conocido y tan incisivo nos dice en positivo: “Cómo busca la cierva corrientes de agua, mi alma te busca a ti,
Dios vivo; ¿cuándo entraré a ver el rosto de Dios?
Hermanos todos:
Abrimos los oídos esta mañana, y demos lugar a que resuene la voz de Dios: “¿A quién buscáis?” Y nosotros vamos a preguntarle, la pregunta tan oportuna y tan
profunda que le preguntan los dos discípulos: “Maestro, ¿Dónde vives? Él nos responde: - “Venid y veréis”, en la eucaristía.