-Textos:
-Is
50, 4-7
-Sal
21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
-Fil 2. 6-11
-Mc 14, 1-15, 47
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos
todos:
Domingo de Ramos, comenzamos la Semana Santa. El
Jueves Santo iniciaremos con la Cena del Señor, la eucaristía, el Triduo
Pascual.
Un primer mensaje me permito poner como primer
objeto de vuestra atención: En la Semana Santa, muy especialmente en el Triduo
Pascual Dios tiene preparada una gracia singular para toda la Iglesia y para
cada uno de nosotros. La revelación máxima del amor de Dios en la Cena de
Jueves Santo, la entrega de Cristo por amor a Dios Padre y a los hombres, patente
e irrefutable el Calvario en tarde de Viernes Santo, la luz deslumbrante de la
Gran Vigilia Pascual: en el espejo de la historia de Salvación de Dios,
descubrimos el sentido de nuestra propia historia: Dios es fiel, resucita a su
Hijo, para que todos podamos resucitar con él; la catarata de gozo y alegría
del domingo de resurrección, que nos impulsa a salir a la calle gritando: “Hay
esperanza cierta para esta humanidad atormentada y dolorida: Cristo resucitado
ha vencido a la muerte y al pecado; un cielo nuevo y una tierra nueva nos
espera.
Cada día un misterio rico, fecundo y trascendental,
cada día del Triduo Pascual una gracia
singular nos espera. No la dejemos pasar de largo.
Y ahora, permitidme que esboce el misterio de este
domingo: Jesucristo entra triunfante y vitoreado en Jerusalén. El hecho es un
presagio de la resurrección gloriosa y la victoria sobre la muerte y el pecado
que ocurrirá al término de los tres días.
Pero acabamos de escuchar el relato trágico de la
pasión y muerte de Jesús: La angustia
del Huerto de los Olivos, los discípulos lo dejan sólo, los soldados lo
maltratan, la gente importante se burla de él, la sensación de abandono frente
a su Padre Dios… ¡Qué misterio! ¿Nos escandaliza? ¿Nos hace pensar? ¿Quién es
Jesús? Hijo de Dios verdadero y hombre igual a nosotros en todo menos en el
pecado. Nos atrae el Cristo de los milagros, dejamos de la do al Cristo
crucificado; por la cruz a la luz; el que guarda su vida la pierde, el que
pierde su vida por seguir a Jesús la
encuentra.
Todo esto y mucho más en el misterio que celebramos
en la eucaristía de esta mañana, y que se nos irá desvelando a los largo de la
Semana Santa, especialmente, del Triduo Pascual.