-Textos:
-Hch 4, 32-35
-Sal 117, 2-4. 16-18. 22-24
-Jn1a, 5, 1-6
-Jn 20, 13-31
“Todo el que
cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios” “El grupo de los creyentes tenía un solo
corazón y una sal alma”
Queridas hermanas y queridos hermanos todos:
Hoy, segundo domingo de Pascua, por una reciente
disposición del recordado papa Juan Pablo II, el segundo domingo celebramos el
domingo de la misericordia. Antes hablábamos del domingo “in albis”.
Era el domingo en que los bautizados adultos que
en la Vigilia pascual habían recibido el
bautismo, venían a la iglesia vestidos con túnicas blancas (albas). Después de
una oración y una bendición especial, se despojaban de la vestidura blanca y,
vestidos como los demás, se incorporaban a la comunidad cristiana ya como
cristianos adultos. Era un domingo de gran alegría, había crecido y se renovaba
la comunidad.
Hermanas y hermanos: El bautismo que hemos recibido es la gracia más grande
que Dios nos ha regalado en esta vida. Todas las demás gracias que hemos
recibido y podamos recibir en el futuro no son tan ricas, tan grandes ni tan
fundamentales como la gracia primera, la gracia bautismal. En el bautismo, Dios
vino a decirnos: “Javier, Andrés, María, Socorro…, hoy hago una alianza contigo, te hago hijo o hija mía, porque te doy la vida
divina, la vida de mi Hijo Jesucristo; tú vas a ser para siempre hija, o hijo
de Dios (hijo o hija adoptiva, pero ciertamente, la vida que recibiste de tus
padres, ahora por el bautismo la enriquezco con la vida divina, la vida de
Jesucristo, que murió por ti y que ha resucitado. Además te infundo el Espíritu
Santo, para que puedas desarrollar esa vida divina incipiente que ahora te doy.
Pero ten en cuenta algo importante: “Yo soy fiel y voy a ser fiel a mi
alianza”. Si alguna vez tú te apartas de mí por el pecado o por la debilidad de
tu fe, yo no me apartaré de ti. A mí no
me vencen tus pecados; Jesucristo, mi Hijo en la cruz los ha vencido todos.
Donde abundó el pecado, ha sobreabundado la gracia. Yo puedo perdonarte,
siempre que tú te arrepientas y me pidas ayuda, te dará mi mano y volveremos a
caminar juntos. Has recibido el bautismo eres hijo mío para siempre.
¡Cómo debemos agradecer la gracia del Bautismo! Cómo
debemos cuidarlo y cultivarlo!
No debe extrañarnos que el papa San Juan Pablo II
tuviera la feliz idea de declarar este domingo “in albis” en Domingo de la
Misericordia.
Una de las maneras de entender la misericordia es
definirla como “el amor que perdona”, y también como “el amor que ayuda al
necesitado”.
Os dejo con dos textos bíblicos para que los meditéis
en este domingo “in albis” y “de la misericordia”: El primero es del
evangelista san Juan “Sabiendo Jesús que
había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los
suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1). La segunda es de san Pablo: Ciertamente, apenas habrá quien muera por un
justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguno a morir; pues bien:
Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo
murió por nosotros”. (Ro 5, 7-9)