-Textos:
-Hch 1, 1-11
-Sal 46, 2-3. 6-9
-Ef 1, 17-23
-Mc 16, 15-20
-“El Señor fue llevado al cielo y se sentó a
la derecha de Dios”
-La fiesta de
la Ascensión del Señor a los cielos, nos
envía un doble mensaje: Primero, un acto de fe: Jesucristo, hijo de María
hombre como nosotros, es Hijo de Dios, el Verbo encarnado. Como bajó a la
tierra y cumplió la misión de hacer la voluntad de Dios en todo, y amó a los hombres hasta dar la vida por
todos, cumplida su misión, subió al cielo, a
ocupar el puesto que le corresponde, a la derecha del Padre, es decir
con la misma categoría que Dios Padre.
A nosotros nos
pide hoy la Iglesia un acto de fe firme e incondicional en Jesucristo, que es tanto como vivir este
viva nuestra con la esperanza firme de que él ha ido a prepararnos un lugar en
el cielo. “Cuando vaya y os prepare
sitió, volveré y os llevaré conmigo”, dijo él mismo a sus discípulos.
El segundo
mensaje de esta fiesta es la misión. Somos cristianos, hemos sido bautizados, y
hemos sido elevados a la dignidad de
hijos adoptivos de Dios. Esta identidad que nos ha dado el bautismo, nos es
primero ni principalmente para tener garantía de salvarnos y subir al cielo,
como Jesucristo. Es cierto que es así, pero primero y principalmente es para
que nosotros continuemos en este mundo la misión de implantar en todo el mundo,
el Reino de Dios, que Jesucristo empezó a
establecer, mientras estuvo con nosotros viviendo como hombre y
predicando el evangelio que hemos recibido.
“Id al mundo entero y proclamad el evangelio a
toda la creación”.
La fiesta hoy
tiene también un tercer mensaje sumamente consolador para todos nosotros. Nos
los dice San Pablo en la segunda lectura, en un pasaje literariamente muy largo
y un tanto complicado. San Pablo quiere informarnos de tantas noticias que se
derivan de la ascensión de Jesucristo a los cielos, que no tiene paciencia ni
para, respirar y señalar puntos y comas en todo lo que quiere anunciarnos: “El
Dios de nuestro Señor Jesucristo… ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama cuál
la riqueza de gloria (y felicidad), que da en
herencia a los santos ( a los cristianos fieles que mueren en gracia
de Dios).
Estas noticias
abigarradas que nos enseña San Pablo, lo entendemos y lo hemos rezado mejor en
la oración colecta que hemos rezado al
comienzo de la eucaristía:
“Concédenos,
Señor, saltar de gozo y darte gracias en esta celebración de alabanza, porque
la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya
nuestra victoria, y donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza,
esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo”.
Hermanos y
hermanas: Somos creyentes cristianos, el criterio que nos guía en esta vida no
son las noticias y las propagandas que pretenden convertirnos en consumidores
perfectos de viajes, lujos, y comilonas que nos indigestan, nosotros nos
guiamos, y así queremos enseña a nuestros hijos y jóvenes, de la Palabra de
Dios y de la persona de Jesucristo, que ha triunfado y está en el cielo, junto
a su Padre Dios y el Espíritu Santo. Y que nos quiere llevar con Él.