domingo, 30 de junio de 2024

DOMINGO XIII T.O. (B)

-Textos:

            -Sab 1, 13-15; 2, 23-24

            -Sal 29, 2. 4-6. 11. 12a. 13b

            -2 Co 8, 7. 9. 13-15

            -Mc 5. 21-43

 Hija, tu fe te ha salvado”. “No temas. Basta que tengas  fe”.

Queridas hermanas y queridos hermanos, todos:

En Pamplona, ciudad, todo huele a sanfermines. Aquí, y gracias a nuestras hermanas contemplativas, benedictinas, todo huele a domingo, día del Señor, día de los cristianaos; día para templar nuestra fe a la luz de la palabra de Dios y la Eucaristía.

¡Qué gracia tan grande y qué gran perspectiva tan hermosa para vivir la  vida, es la fe. La fe en Jesucristo y en los que él nos enseña con su vida y su evangelio.

San Marcos, nos cuenta dos milagros de Jesús: el primero es el de la hemorroisa. Una  mujer que padece flujos de sangre, y que le obliga, debido a la mentalidad de aquel tiempo, a vivir separada de la gente, sin encontrar remedio que la cure. Temerosa, no quiere llamar la atención de nadie, se acerca a Jesús, pero por la espalda. Cree en Jesús, en su  poder y en su querer hacer el bien; cree que con solo tocarle el manto le bastará para ser curada por el Señor. Y así sucede. La fuerza salvadora de Jesús brota de él, y pregunta públicamente: “¿Quién me ha tocado?”. La mujer enferma se ve descubierta…y temblorosa se echa a los pies de Jesús. Jesús lejos de reprenderle le dice: “Hija tu fe te ha salvado”. La fe gana el corazón de Jesús.

Marcos nos cuenta hoy otro milagro de Jesús: El jefe de la sinagoga acude a Jesús, diciéndole: “Mi hija está en las últimas, ven para que se cure y viva”. Jesús va, pero mientras se acerca a casa del encargado de la sinagoga, unos criados se adelantan a decirle que ya  es tarde. La niña ha muerto y no hay remedio. Jesús se  dirige al padre de la niña y le dice: “No temas. Basta que tengas fe”. De nuevo, Jesús reclamando la fe de los que le piden su ayuda.

Ya sabemos el final, Jesús devuelve la vida a la niña.

Queridas hermanas y queridos hermanos todos: ¡Qué precioso don es la fe¡ La fe viva, sentida de verdad, que nos lleva a una conducta coherente y efectiva, a amar a  Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Es decir, no solo a pedir cuando necesitamos, sino a dar, a ofrecernos a Dios y a los hermanos, lo que Dios nos pide y los hermanos necesitan.

Esta fe fuente del amor, de la caridad y de la esperanza cristiana, que da sentido a nuestra vida; cuando las cosas van bien vamos a Dios y le damos gracias, cuando las cosas van menos bien o van mal, nos lleva no a renegar de Dios, sino  a contemplar a Jesús  crucificado, diciéndolo como Pedro: “A donde quién vamos a acudir. Solo tú tienen palabras de vida eterna”.

Esta fe, ciertamente es don  de Dios, gracia inmensa de Dios. La hemos encontrado en la Iglesia, muchos de nosotros, gracias a nuestra familia. “Venimos de Dios, vamos a Dios, y de Dios a Dios, Jesucristo Camino, verdad y vida”. Vivir dentro de este horizonte de vida: nos llena de  alegría y contento, nos da fuerza en los momentos difíciles, cuando nos ocurren cosas que no entendemos cómo nos pueden pasar, esta fe hay que cuidarla.

La fe la ponemos en peligro, cuando  vivimos en un lujo excesivo, o una ambición insaciable por el dinero, o el vicio y las drogas, u olvidando a los necesitados y enfermos o los de sin trabajo. Estas actitudes y otras parecidas nos llevan a abandonar la fe.

Para cuidar la fe, primero, la oración y la acción de gracias, acudiendo a los sacramentos a la eucaristía y la penitencia, si necesitamos; y sobre todo, viviendo con coherencia, con verdad y no  por cumplimiento y por rutina o por parecer bien. La fe es un don de Dios, pero es también una responsabilidad.