Nuestra comunidad benedictina continúa la larga tradición de siglos
siguiendo el espíritu de San Benito, nuestro fundador. Para S. Benito
la vida monástica no es sino un buscar a Dios, un volver a él; un
incesante empeño en «no anteponer nada al amor de Jesucristo» y en seguirle a él, «tomando como guía el Evangelio»
La jornada de nuestra vida como monjas tiene como centro la
celebración de la Eucaristía y la alabanza a Dios en la Oración
litúrgica, porque en ella se celebra el Misterio de Cristo que sale al
encuentro del hombre y lo eleva a la comunión con Dios-Padre. En la
oración personal tiene especial importancia la lectio divina,
lectura orante a la escucha de la Palabra de Dios y de los Santos
Padres. Junto al «Ora» está el «Labora», es decir, el estudio y el
trabajo dentro del monasterio, y la acogida fraterna al huésped, al
peregrino y al necesitado en la hospedería. Y la jornada incluye
también los tiempos de encuentros comunitarios.
Este programa lo realizamos viviendo de manera estable en esta
comunidad fraterna. El Señor nos ha llamado a la convivencia y a la
comunión con unas hermanas, a una vivencia en común de los valores
evangélicos.