La tierra está llena
de tus criaturas
Salmo de alabanza
de tus criaturas
Salmo de alabanza
Tema
Dios, a través de sus criaturas, atrae la atención del hombre, porque la creación del mundo manifiesta la grandeza, el poder y el amor de Dios. El salmista, en este salmo nos manifiesta su experiencia. Tiene ante sus ojos el territorio de Palestina, la cosmología de los semitas en su cabeza y una fe ardiente en su corazón. Los ojos y el corazón del salmista no se detienen en las criaturas: buscan al Dios escondido para mantener con él un diálogo afectuoso. Tutea a Dios. Al principio del salmo (1) y al final (31-35), manifiesta su deseo: alabar a Dios por sus obras maravillosas; corresponder con amor y fidelidad al amor de Dios. El alabar a Dios le produce una gran alegría al salmista (34). Si para el salmista, la creación del mundo era motivo de alabanza a Dios, cuanto más para nosotros que hemos conocido la vida nueva que nos viene de Cristo.
1-2: El salmista se invita a sí mismo a alabar a Dios. ¡Es una oración rebosante de amor! Todo el salmo transcurre en este clima.
2b-30: Las criaturas dan a conocer la grandiosidad de Dios.
2b-4: Dios Creador, y la bóveda del cielo (ver Gn 1,6-8)
5-9: Con mano poderosa ha separado los continentes de los mares (ver Gn 1, 9-10)
10-12: Los manantiales y los mares con su quehacer.
13-18: Las aguas hacen brotar la nueva vida en la naturaleza.
19-24: El Sol y la luna son para distinguir el día y la noche (Gn 1,14-19)
25-26: El ancho mar
27-30: Dios, además de ser el creador de todo, es quien lo sostiene, es la fuente de la vida.
31-35: Final. El alabar a un Dios tan bueno y dinámico es motivo de gozo para el hombre. Con todo, en el mundo existe algo que no agrada a Dios: el pecado, y el salmista quisiera erradicarlo de la tierra.
Salmo
1 Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
2 la luz te envuelve como un manto.
Extiendes los cielos como una tienda,
3 construyes una morada sobre las aguas;
las nubes te sirven de carroza,
avanzas en las alas del viento;
4 los vientos te sirven de mensajeros,
el fuego llameante, de ministro.
5 Asentaste la tierra sobre sus cimientos,
y no vacilará jamás;
6 la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas;
7 pero a tu bramido huyeron,
al fragor de tu trueno, se precipitaron,
8 mientras subían los montes y bajaban los valles:
cada cual al puesto asignado.
9 Trazaste una frontera que no traspasarán,
y no volverán a cubrir la tierra.
10 De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes
11 en ellos beben las fieras de los campos,
el asno salvaje apaga su sed;
12 junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
13 Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
14 haces brotar hierba para los ganados,
y forraje para los que sirven al hombre;
él saca pan de los campos,
15 y vino que le alegra el corazón,
y aceite que le da brillo a su rostro,
y alimento que le da fuerzas.
16 Se llenan se savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó.
17 Allí anidan los pájaros,
en su cima pone casa la cigüeña.
18 Los riscos son para las cabras,
las peñas son madriguera d erizos.
19 Hiciste la luna con sus fases,
el sol conoce su ocaso.
20 Pones las tinieblas y viene la noche,
y rondan las fieras de la selva;
21 los cachorros rugen por la presa
reclamando a Dios su comida.
22 Cuando brilla el sol, se retiran,
y se tumban en sus guaridas;
23 el hombre sale a sus faenas,
a su labranza hasta el atardecer.
24 Cuántas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas.
25 Ahí está el mar: ancho y dilatado,
en él bulle, sin número,
animales pequeños y grandes;
26 lo surcan las naves, y el Leviatán
que modelaste para que retoce.
27 Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo;
28 se la echas, y la atrapan,
abres tu mano, y se sacian de bienes;
29 escondes tu rostro, y se espantan,
les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
30 envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
31 Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
32 Cuando él mira la tierra, ella tiembla,
cuando toca los montes, humean,
33 Cantaré al Señor mientras viva,
tocaré para mi Dios mientras exista:
34 que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
35 Que se acaben los pecadores en la tierra,
que los malvados no existan más.
Bendice, alma mía, al Señor!
¡Aleluya!
Palabras clave
- Grandeza de Dios: Qué grande eres (1), belleza y majestad (1), la luz te envuelve como un manto (2), construyes tu morada sobre las aguas (3), las nubes te sirven de carroza (3), el fuego llameante de ministro (4).
- La obra de Dios: Asentaste la tierra sobre sus cimientos (5), la cubriste con el manto del océano (6), trazaste una frontera (9), de los manantiales sacas los ríos (10), haces brotar la hierba (14), hiciste la luna (19), envías tu aliento y los creas (30).
- Alabanza: Bendice alma mía al Señor (1.35), gloria a Dios para siempre (31), goce el Señor con sus obras (31), cantaré al Señor (33), tocaré para mi Dios (33), que le sea agradable mi poema (34).
La luz del Nuevo Testamento
“Mediante ella (la Palabra) se hizo todo; sin ella no se hizo nada de lo hecho” (Jn 1, 3).
“Somos realmente hechura suya, creados mediante el Mesías Jesús, para hacer el bien, el que Dios nos asignó de antemano como línea de conducta” (Ef 2, 10).
“Donde hay un cristiano, hay humanidad nueva; lo vejo ha pasado; mirad, existe algo nuevo” (2 Cor 5, 17).
“Todo lo que Dios ha creado es bueno, no hay que desechar nada, basta tomarlo con agradecimiento, pues la palabra de Dios y nuestra oración lo consagran” (1 Tm 4, 4-5).
“Cristo ha resucitado de la muerte, como primer fruto de los que duermen” (1 Cor 15, 20).
“Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido...Y el que estaba sentado en el trono dijo: Todo lo hago nuevo” (Ap 21,1.5).
Oración
Dios todopoderoso y Padre bondadoso,
has creado el cielo y la tierra admirablemente,
y se mantienen gracias a tu amor.
Acoge, Señor, nuestra oración de alabanza.
Envíanos el Espíritu dador de vida
y renueva todo,
y que, haciéndonos partícipes de la Resurrección de Cristo,
te alabemos en el cielo nuevo y en nueva tierra
por toda la eternidad