Salmo
2 Dice el necio para sí:
«No hay Dios».
Se han corrompido cometiendo execraciones,
no hay quien obre bien.
3 Dios observa desde el cielo
a los hijos de Adán,
para ve r si hay alguno sensato
que busque a Dios.
4 Todos se extravían igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien, ni uno solo.
5 Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
y no invocan al Señor?
6 Pues temblaran de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados, porque Dios los rechaza.
7 ¡Ojalá venga desde Sión la salvación Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.