Mi boca contará
tu auxilio todo el día.
Salmo de súplica. Individual.
Agradecido.
Tema
Oración de un anciano amante de Dios. Se encuentra en desgracia (4.10). Este salmo nos describe la situación característica de la ancianidad. Se trata de un anciano que ha vivido con gran autenticidad: “Muchos me miraban como a un milagro” (7). Mirando al mañana ha comenzado a inquietarse: “Me van faltando las fuerzas, no me abandones” (9). Le vienen los recuerdos anteriores: “Dios mío, me instruiste desde mi juventud” (17). Como es natural, todavía tiene deseos de vivir: “De nuevo me darás la vida, de nuevo me consolarás” (20.21). En toda su vida se ha apoyado en la fe y en la esperanza, y éstas han sido la fuente de su oración. “Mi confianza, Señor desde mi juventud” (5). Recuerda siempre la lealtad de Dios (19.22). Emplea mezcladas la súplica y la acción de gracias.
1-4: Llamamiento y súplica.
5-8: Mira hacia atrás en su vida, lleno de confianza.
9-13: Da cuenta de la adversidad en que vive ahora, acusando a los enemigos.
14-17: Lleno de confianza, promete a Dios la alabanza.
18-24: Petición y súplica. Desea la verdadera salvación. Es evidente su confianza en todas las palabras.
Salmo
1 A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
2 tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
3 Sé tú mi refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
4 Dios mío, líbrame de la mano perversa,
del puño criminal y violento.
5 Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, desde mi juventud.
6 En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno, tú me sostenías,
y siempre he confiado en ti.
7 Muchos me miraban como a un milagro,
porque tú eras mi fuerte refugio.
8 Llena estaba mi boca de tu alabanza
y de tu gloria, todo el día.
9 No me rechaces ahora en la vejez,
me van faltando las fuerzas, no me abandones;
10 porque mis enemigos hablan de mí,
los que acechan mi vida celebran consejo;
11 dicen: «Dios lo ha abandonado;
perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende».
12 Dios mío, no te quedes a distancia;
Dios mío, ven a prisa a socorrerme.
13 Que fracasen y se pierdan
los que atentan contra mi vida,
queden cubiertos de oprobio y vergüenza
los que buscan mi daño.
14 Yo en cambio seguiré esperando,
redoblaré tus alabanzas;
15 mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
16 Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
17 Dios mío me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
18 Ahora, en la vejez y las canas
no me abandones, Dios mío,
hasta que describa tu brazo a la nueva generación,
19 tus proezas y tus victorias excelsas,
las hazañas que realizaste:
Dios mío, ¿quién como tú?
20 Me hiciste pasar por peligros
muchos y graves;
de nuevo me darás la vida,
me harás subir de lo hondo de la tierra;
21 acrecerás mi dignidad,
de nuevo me consolarás;
22 y yo te daré gracias, Dios mío,
con el arpa, por tu lealtad;
tocaré para ti la cítara,
Santo de Israel;
23 te aclamarán mis labios, Señor,
mi alma, que tú redimiste;
24 y mi lengua, todo el día
recitará tu auxilio,
porque quedaron derrotados y afrentados
los que buscaban mi daño.
Palabras clave
- Súplica: Líbrame y ponme a salvo (2), inclina a mí tu oído (2), sálvame (2), se tú mi roca de refugio (3), no me rechaces ahora en la vejez (9), no te quedes a distancia (12), ven a prisa a socorrerme (12).
- Dios: Tú, Dios mío, fuiste mi esperanza (5), mi confianza desde mi juventud (5), mi fuerte refugio (7), tu victoria, tuya entera (16), tu brazo (18), tus proezas y tus victorias excelsas (19), Santo de Israel (22).
- Acción de gracias: Llena estaba mi boca de tu alabanza (8), todo el día de tu gloria (8), redoblaré tus alabanzas (14), mi boca contará tu auxilio (15), todo el día tu salvación (15), contaré tus proezas, Señor mío (16), narraré tu victoria, tuya entera (16), hasta que describa tu brazo a la nueva generación (18), te daré gracias con el arpa por tu lealtad (22), tocaré para ti la cítara (22), te aclamarán mis labios (23), mi lengua todo el día recitará tu auxilio (24).
La luz del Nuevo Testamento
“Cuando levantéis en alto a este Hombre, entonces comprenderéis que Yo soy el que soy y que no hago nada de por mí, sino que digo estas cosas como el Padre me ha enseñado” (Jn 8, 28).
“Ahora, Señor, según tu promesa, despides a tu siervo en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador” (Lc 2, 29-30).
“Mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20)
“Quédate con nosotros, que está atardeciendo y el día va ya de caída” (Lc 24, 29).
Oración
Nos has hecho para ti, Señor.
Desde las entrañas maternas has sido nuestra ayuda,
y desde la época de nuestra juventud nos has tendido la mano.
Ahora, en la vejez no nos abandones.
Fortalécenos para que mantengamos la confianza en ti
hasta que lleguemos a tu gloria para siempre,
y te cantemos himnos de generación en generación.